6 de febrero de 1825
Me cansa oír a Augusta enumerar una tras otra las virtudes de Dafne Velasco. No estoy celosa. Simplemente, estoy cansada de que mi prima le hable constantemente a su hermano de esa joven.
Esta tarde, salimos a tomar el fresco al jardín. Hace Sol y el cielo está despejado. Nos sentamos en el suelo y prescindimos de las sillas. Ricardo dice que tiene que irse pronto.
-¡Apuesto un real a que vas a ir a ver a Dafne!-aplaude Augusta, risueña.
-¿Vas a ir a ver a esa joven con tu ojo morado, primo?-apostillo-Va a pensar que te gusta meterte en peleas.
-Ya os he dicho a las dos que me he dado un golpe con la portezuela al bajar del carruaje-insiste Ricardo-Fue un accidente. Un accidente muy tonto, lo admito. Dafne lo entenderá. Nos conocemos desde que éramos unos críos.
-No quiero que le causes una impresión desagradable, Ricardo-le pide Augusta-Acuérdate que ella y yo somos amigas desde que éramos pequeñas. No quiero que la ofendas.
-Nunca haría nada para ofender a Dafne, hermana mayor-le promete Ricardo-Confía en mí.
Mira su reloj de bolsillo.
-Se está haciendo tarde-anuncia.
Se pone de pie.
-¿Vas a ir a ver a Dafne?-quiero saber.
-¿La estás cortejando?-se emociona Augusta.
-Aún no lo sé-admite Ricardo-Tengo que ir a verla.
Se despide de nosotras. A mí, cosa rara, me da un beso en la cabeza. Tiene los labios calientes.
Se dirige a los establos. Augusta y yo le seguimos con la mirada.
-No veo a mi hermano muy entusiasmado-observa mi prima.
-Quizás, no está enamorado de Dafne-opino.
-La quiere mucho.
-No es lo mismo que amarla.
El gesto de Augusta se torna pensativo.
-¡Tiene que quererla!-insiste-¡Oh, Claudia! Dafne es mi mejor amiga. Si Ricardo la ofende, dejaría de hablarme. No quiero perder su amistad.
-Dafne me parece una joven muy comprensiva-le digo.
Me abstengo de decirle lo que opino verdaderamente de ella. Me parece que es demasiado engreída. Y peca mucho de superficial. A Ricardo no le gustan las mujeres superficiales. ¡Apuesto que su matrimonio duraría menos de un mes!
No estoy celosa, me digo a mí misma. Sólo estoy pensando en el bienestar de mi primo. Nada más...Quiero que sea feliz. Le vemos salir a lomos de su caballo, Bruch.
-¡Podría escaparse con Dafne!-exclama-¡Oh, eso sería tan romántico!
-Como en una novela sentimental...-suspiro.
-Ricardo es muy impulsivo.
-Ése es su mayor defecto. Tendría que ser más comedido.
-Nuestro padre era así-Los ojos de Augusta se llenan de lágrimas-Tengo miedo, Claudia. Ricardo es mi hermano. Me da miedo perderle. No quiero que le pase nada malo.
-No sé lo que es tener un hermano, Augusta. Pero sí os quiero a Ricardo y a ti como a unos hermanos. Si algo le ocurriera a mi primo, me moriría.
Augusta baja la vista.
-¡Pero no le va a pasar nada!-se anima-Sabe cuidar de sí mismo. A veces, cuida de nosotras. Se preocupa mucho por mí. Es mucho más maduro de lo que piensas. Tengo la sensación de que hace de padre conmigo.
Pienso mucho en el ojo morado con el que vino ayer Ricardo.
¿En serio fue un accidente? ¿O fue algo más?
-¡Niñas!-nos llama una voz conocida.
Es mi madre.
-Tienes visita, Claudia-me comunica-Augusta, quédate cerca de tu prima.
En ese momento, sale al jardín Pedro Serrano. Augusta y yo intercambiamos una mirada de asombro.
-Buenas tardes, señoritas-nos saluda a las dos.
-Buenas tardes...-contestamos Augusta y yo a la vez.
-¿Qué os ha pasado, señor Serrano?-indago.
-Mi caballo se volvió loco ayer-contesta Pedro-Me tiró al suelo. Por suerte, no me he roto nada.
-Excepto la nariz...-observa Augusta.
-Debería de tener más cuidado, señor Serrano-interviene mi madre-Conozco de su temeridad cuando monta. Debería de saber comportarse en la vida. Tanto a lomos de un caballo...Como cuando va caminando por el suelo. Buenas tardes...
Mi madre se da media vuelta y se mete dentro de casa.
Augusta y yo nos ponemos de pie.
-Me alegro de que esté bien-dice mi prima-Los hombres son muy propensos a sufrir accidentes.
-¿Por qué decís eso?-pregunta Pedro.
Respondo yo por Augusta.
-Habla de mi primo-respondo-Su hermano Ricardo...Ayer, vino a casa con un ojo morado. Nos contó que se golpeó con la portezuela al bajar del carruaje.
-Está cortejando a mi amiga, la señorita Velasco-le comenta Augusta.
-Eso todavía no es oficial, prima-la corrijo.
Me molesta que Augusta dé por hecho demasiadas cosas.
Pero me extraña cómo ha venido Pedro Serrano.
Se nota que tiene la nariz rota. Su tabique nasal, hasta hace unos días, era perfecto. La veo desviada.
No tiene el ojo morado, como lo tiene Pedro. ¡Tiene los dos ojos morados!
Lleva puesto un sombrero de copa negro. De esta manera, puede disimular esas señales.
Me fijo en que tiene un labio partido.
-Será mejor que pasemos dentro-decide Augusta-Empieza a hacer frío.
-Opino lo mismo-la apoyo. Miro a Pedro-¿Nos acompañáis? Para nosotras, sería un honor.
-Sólo quería acercarme a saludaros, señorita Ballester-contesta Pedro. Mira a Augusta-Aunque también es un placer saludar a vuestra prima.
-Gracias...-dice Augusta.
-Os felicito-le dice Pedro-Tenéis una prima encantadora.
Dicho esto, se va.
Le seguimos con la mirada.
-Es fácil caer en sus redes-observa Augusta.
El mayor don de Pedro es la palabrería. Sabe bien lo que tiene que decir. Sabe bien cómo debe de decirlo para conseguir lo que se propone. Pero el aspecto que ha traído esta tarde me inquieta. Sus dos ojos morados...La nariz rota...
Ha debido de pelearse con alguien. Una idea empieza a formarse en mi cerebro, pero la rechazo de plano.
-¿Crees que Ricardo ha podido pelearse con el señor Serrano?-le sugiero a Augusta.
-¡Qué cosas dices, Claudia!-se ríe mi prima-La dote de Dafne no es tan elevada como la tuya. Además, él no se dedica a perseguir a jovencitas vírgenes. Ni a jóvenes de veintidós años...
-Te recuerdo que me quiere cortejar-aviso.
-Tu caso es distinto-afirma Augusta-Tú tienes una buena dote. Es lo que él busca. Tu dote...
-Tengo dieciocho años. Y...-Me ruborizo-No conozco varón.
-Encajas en su imagen de esposa perfecta para él. Rubia...Modosita...Guapa...Pero ere demasiado inteligente para él. Lees mucho más que él. No te fíes de ese rufián.
-Te has puesto roja cuando se ha dirigido a ti.
Augusta vuelve a ponerse roja. Pero niega con la cabeza.
-En mi caso, es distinto-afirma-Tengo veinticuatro años, Claudia. Se supone que soy ya una solterona.
-Dudo mucho que seas una solterona-apostillo-El conde de Noriega está muy interesado en ti. ¡A lo mejor, para finales de año, ya eres la nueva condesa de Noriega! Y el año que viene estaremos celebrando la noticia de que vas a ser madre.
Augusta y yo empezamos a caminar. Nos metemos dentro de casa. Mi prima está entusiasmada con la idea.
Los vecinos empiezan a regresar a sus casas tras una larga jornada. Trabajan en el cultivo de arroz.
Mi familia y yo vivimos en una masía con la fachada de color blanco, que es una de las más viejas de la isla. Mi padre me contó una vez que esa masía debe de tener unos noventa años. Quizás, tenga unos pocos años más.
Dando un paseo por la isla, vemos las masías de las familias más pudientes de la isla. Algunos vecinos se dedican a la crianza de ganado bovino.
Se les ve sacando a pastar a rebaños de vacas, de toros y de ternerillos. La playa es extensa y tiene numerosas dunas. Las lagunas que hay en el interior de la isla están comunicadas con el río Ebro. Muchas aves acuden a la orilla de las lagunas a hacer sus nidos. Han escogido este lugar para poner sus huevos y criar a sus polluelos. Curioso...
Muchos domingos, mi padre se levanta temprano. Coge su escopeta y se va con sus amigos. Participa en cacerías de patos. Yo lo paso mal porque me da pena que maten a un animal para divertirse. Mi padre dice que caza patos también para que podamos comer pato a la naranja. O paté de pato...Me da asco sólo pensarlo. No puedo probar el pato a la naranja. Se me revuelven las tripas cuando lo miro. Por lo visto, es la actividad favorita de los miembros de las familias pudientes de la isla. Matar animales por diversión. ¡Qué horror! A veces, Augusta y Ricardo se van con mi padre a cazar patos. ¡Qué locos están estos dos!
Otras veces, Augusta y Ricardo se van a pescar juntos a la laguna. Yo todavía no he ido con ellos de pesca. Creo que me aburriría.
Me gusta este estilo de narración, no es muy común, pero envuelve de una forma especial, es como si el lector se convirtiera en "el diario", o en un buen amigo de la protagonista, quien le cuenta sus secretos e inseguridades. He disfrutado mucho esta parte.
ResponderEliminarBesos, feliz domingo.
Me gusta mucho escribir historias en primera persona. Es como mejor se conoce al protagonista principal. Conocemos mejor sus sentimientos, sus deseos, sus anhelos.
EliminarMe alegro de que te esté gustando, Aglaia. Un fuerte abrazo.
Me encanta mi niña!!
ResponderEliminarSigue así.
Sabes que siempre que pueda y me lo permita mi salud te leeré
Besines
¡Muchísimas gracias por todo, mi querida Anna!
EliminarGracias por tu apoyo. Lo necesitaba.
Léeme cuando puedas y cuando estés bien.
Un fuerte abrazo.
POSDATA: Espero que te siga gustando todo lo que viene a partir de ahora.