12 de febrero de 1825
-¿Qué vamos a hacer ahora?-le pregunto a Ricardo-¿Cómo nos apañaremos para poder vernos? No vivimos solos. Están mis padres. Están los criados. Y está Augusta.
-La masía es muy grande-responde Ricardo-Podemos encontrarnos en cualquier parte. Además, somos primos. Nadie sospechará de nosotros.
-Aún así, no puedo evitar sentir miedo. Miedo de que alguien se entere de lo que hay entre nosotros.
-Hablaré con tu padre. Es también mi tío. Yo entiendo que esto le resulte algo peculiar. Pero es especial. Es hermoso. Es amor, Claudia.
-No ha debido de pasar. Me alegro de que me quieras. Que estés enamorado de mí. Pero pienso en Dafne. Y...
-Hablaré con Dafne. Le diré que estoy enamorado de otra joven. Sólo lamento hacerle daño. Porque... Es una buena amiga de mi hermana. La conozco desde siempre. Sé que su amor por mí es sincero.
-Quiérela entonces. Trata de hacerla feliz.
Ricardo y yo estamos dando un paseo a pie. Nuestros pasos nos llevan hasta la orilla de la laguna del interior de la isla. Comunica con el río Ebro.
A veces, Ricardo se me queda mirando y parece que me mira como extasiado. ¿Qué es lo que ve en mí?, me pregunto.
-No me pidas eso-me dice-Sabes que no lo haré. Aunque le rompa el corazón, no puedo mentirle a Dafne.
-Aún no ha pasado nada entre nosotros-le recuerdo.
El día está soleado. Ni una sola nube cubre el inmenso cielo azul. Pienso que los verdaderos nubarrones están cerca de nosotros.
-Pero pasará-añado.
Mis mejillas se tiñen de rojo. ¿Puede pasar algo entre Ricardo y yo? ¿Algo más además de lo que ha pasado?
Empiezo a caminar muy deprisa.
-Claudia, espera-me llama Ricardo-No vayas tan deprisa.
-Podría vernos alguien-le comento-Pensará algo raro de nosotros. Hemos salido solos.
-Puedo escoltarte perfectamente porque soy tu primo.
Y estás enamorado de mí, pienso. Igual que yo estoy enamorada de ti.
-Hablaré con el señor Serrano-digo.
-¿Y qué le vas a decir?-inquiere Ricardo.
-Será un sinvergüenza. Pero no creo que sea un mal hombre. Es como un niño pequeño e inmaduro.
-Me da miedo que intente hacerte daño.
-No me hará nada. Sé defenderme.
Luego, pienso en Augusta. ¿Qué dirá mi prima cuando se entere? Soy su confidente. Pero Ricardo es su hermano.
Nos detenemos y Ricardo me besa. Nos fundimos en un beso largo y apasionado. Yo correspondo a ese beso. Lo beso con auténtico fervor.
Esta tarde, llevo puesto un vestido de color rosa fuerte. Llevo recogido mi pelo en un moño de estilo más moderno. Cosa rara en mí, he prescindido de llevar sombrero. Ricardo me coge la mano y me la besa. Dice que estoy mucho más guapa esta tarde que otros días.
-Aunque, para ser sincero, estás guapa siempre-me confiesa.
-Eres un mentiroso adulador-me río.
-No es mi estilo decir mentiras. Tampoco me gusta adular a las personas porque veo que es algo falso. Me gusta decir la verdad.
Nos detenemos y miramos el mar al fondo.
-Un hermoso paisaje...-afirmo.
-Me gustaría quedarme aquí eternamente-me confiesa Ricardo-Lejos de todo...Sin preocupaciones...
Sin pensar en nada.
-Pero tenemos que volver a casa.
-Es verdad.
Nos miramos. Ricardo se inclina sobre mí y sus labios se apoderan de los míos. Yo correspondo a ese beso. Dejo que su lengua invada mi boca. Abro la boca y mi cuerpo se aprieta conntra su cuerpo.
Yo tampoco quiero regresar a casa.
No quiero pensar en lo que le tendremos que decir a mis padres y a Augusta cuando llegue el momento.
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ResponderEliminarMe conmueve el amor que sienten el uno por el otro
EliminarHermoso relato
Besos
Claudia y Ricardo se aman. Pero...
EliminarVeréis que las cosas pueden llegar a complicarse.
Un fuerte abrazo, mi querida Anna.
Uno capítulos preciosos!!!!!Qué amor más bonito sienten el uno por el otro!!
ResponderEliminarUn beso fuerte!!!
Me alegra mucho de que te esté gustando, Rae.
EliminarUn abrazo muy fuerte para ti, amiga.
Qué bonito capítulo, cuánto me ha gustado, es tan bonito el amor entre estos dos personajes, tan cálido y sincero. Lindísimo, felicidades.
ResponderEliminarBesos.
El amor lo puede todo, Aglaia. ¿O no? Tendremos que averiguarlo.
EliminarGracias por tus palabras, querida Aglaia.
Un fuerte abrazo.