Hola a todos.
Hoy, vamos a centrarnos en los pensamientos de Claudia. Descubriremos lo que pasa por su cabeza en un momento importante para ella.
Espero que os guste.
21 de febrero de 1825
-Dafne te ama, Ricardo-le cuento a mi primo-Su amor por ti es sincero. No pide mucho.
Ricardo guarda silencio durante unos instantes que se me hacen eternos.
-No puede ser-dice.
-¡Ella te ama!-insisto-Lo que hay entre nosotros debería quedar atrás. Es lo más razonable. Esto no puede seguir.
Hemos salido a dar un paseo por una zona de la isla donde abundan las palmeras. El rostro de Ricardo se contrae a medida que las palabras van saliendo de mi boca.
-Lo siento mucho, Claudia-se disculpa-Siento todo el daño que le estoy haciendo a Dafne. No se lo merece. No sólo porque es la mejor amiga de mi hermana. No se lo merece porque es demasiado buena.
-¡Puedes hacerla feliz!-le aseguro-Olvídame. Y trata de hacerla feliz.
-¡No me pidas que haga eso, Claudia! Sabes de sobra que no lo haría.
Sus ojos se llenan de lágrimas. Me coge las manos. Hay mucha desesperación en su mirada cuando se posa sobre mí.
-¿Por qué no intentas ser razonable?-le espeto.
-La razón es algo que escapa a mi entendimiento-afirma-Me guío movido por mi corazón. Así ha sido siempre. La cabeza grita mucho. Hay que escuchar lo que te dice tu corazón. Y hacerle siempre caso. Nunca se equivoca.
-¿Has pensado que esta vez podría ser diferente? ¡Se trata de nosotros! ¡Se trata de nuestra familia! ¡Dios mío! ¿No te importa nada nuestra familia?
Lo que yo pido es que Ricardo se olvide de mí como mujer y que me mire como siempre me ha mirado. Quiero recuperar a mi primo.
Pero cuando él se lleva mi mano a los labios y me la besa con devoción, comprendo que estoy pidiendo un imposible.
-No puedo complacerte en lo que me pides, Claudia-me confiesa.
Es lo que estoy deseando escuchar, pero no quiero admitirlo porque el rostro de Dafne me viene a la mente. Ricardo me besa en la frente.
-No puedo dejar de amarte-me confiesa.
En este momento...
No me muevo y sus labios se posan sobre los míos. Me besa. Me está besando con suavidad y con ternura en los labios. Pero el beso va tornándose apasionado. Dejo que se torne apasionado. Me entrego a su beso. Le correspondo. Dejo que su lengua invada mi boca. Que pueda saborear mi boca. Mi saliva...Que se junte con mi lengua. Que se sacie de mí. Mientras, yo puedo saciarme de él. ¿Quién nos ve en este lugar lleno de palmeras?
No sé quién pone fin al beso. Sólo sé que su frente se posa sobre la mía. Sólo sé que Ricardo y yo estamos destinados a permanecer juntos para siempre.
-¿Qué le digo a Dafne?-le pregunto, casi sin voz-¿Cómo voy a volver a mirarla a la cara?
Ricardo traga saliva con gesto apesadumbrado.
-Hablaré con Dafne-me promete.
-¿Y qué le vas a decir?-me inquieto.
-Tendré que ser sincero con ella. Sólo lamento el daño que le voy a hacer. Espero que me perdone algún día. Y que no me odie demasiado.
-¿Es necesario que lo hagas?
-Sí...
-¡Dios mío!
No sé si podré vivir con esta culpa que me está corroyendo poco a poco el alma.
No quiero ser la culpable del sufrimiento de Dafne. Pero soy la única que se interpone entre ella y Ricardo. El amor que siente mi primo por mí no es bueno. Está destrozando a Dafne. Eso me angustia. Pero también puede destrozar a nuestra familia. No puedo alejarme de Ricardo. Por muy presente que tenga todo eso en mi cabeza. No puedo renunciar a mi amor por él.
Pobre Claudia, pobre Ricardo, pobres todos, será que con tanta angustia ya empiezo a angustiarme yo también, pero es que me da tanta pena ver que tienen la felicidad en la palma de la mano, pero su propia bondad les pone a prueba. Confío, eso sí, en que al final todo salga bien para ellos.
ResponderEliminarBesos.
ay que pena me dan ambos, pero confío en que todo irá bien
ResponderEliminarmaravilloso capi
mi niña
besos