DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER
ESCRITO EN LA ISLA DE MEDAS GRANDE, EN EL ARCHIPIÉLAGO DE LAS ISLAS MEDAS, DURANTE EL MES DE OCTUBRE DE 1825
Son sólo hojas sueltas. Pero las sujeto entre mis manos. Me siento en la cama que comparto con Ricardo. Reconozco la letra que aparece en estas hojas. Frases...Oraciones... Palabras...
Es mi letra. Han aparecido en un cajón de mi mesilla de noche.
Estaba buscando una de mis ligas. No he encontrado las ligas.
Pero he encontrado estas hojas. No sé porqué las arranqué de mi diario.
Quizás, no quería leer estas líneas. Ya no me acuerdo.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas. Al leer estas hojas, he sentido que he vuelto a mi casa.
Siento que estoy de nuevo en la masía de mis padres. En mi querida Buda...Las emociones que bullen en mi interior son muy intensas. Confieso que estoy muerta de miedo. Siento el deseo de regresar a Buda. De pedirle a mis padres que me perdonen. Pero no he cometido delito alguno.
El único delito que he cometido ha sido enamorarme. No entiendo el porqué nadie entiende que Ricardo y yo nos amamos.
Ni siquiera Augusta es capaz de entenderlo. Ella siente que le he robado a Ricardo.
Pero yo no le he robado nada a Augusta. El problema es que Ricardo es mi primo. Hermano de mi prima, que es Augusta. ¡Dios mío!
Intento poner en orden mis ideas. Jamás podría abandonar a Ricardo. Sería como arrancarme el corazón. No podría vivir sin corazón.
Eso es algo que no entienden mis padres. Tampoco lo entiende Augusta. Y no sé a quién confiarme.
A Ricardo le pasa lo mismo. Sólo me tiene a mí para apoyarse. Estamos juntos. Estamos solos.
Vivimos de manera voluntaria en este exilio que ambos nos hemos impuesto. En una voluntaria soledad...Y es muy amarga la soledad cuando uno siente que se está viniendo abajo. No puedo. ¡No puedo venirme abajo! Por mi bien...Por el bien de Ricardo...
Unos golpes en la puerta de la habitación me sacan de mis pensamientos.
-Adelante...-digo.
Mi doncella abre la puerta.
-Señorita Claudia...-me dice-El señorito Ricardo la está esperando abajo en el salón.
-Bajo ahora mismo-le informo.
-Muy bien, señorita.
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