lunes, 10 de noviembre de 2014

UNA BRISA SUAVE (ÚLTIMA ANOTACIÓN)

DIARIO DE LA SEÑORITA AUGUSTA BALLESTER

20 DE DICIEMBRE DE 1826

-Señorita Augusta, no es sano que esté todo el día encerrada-me dice Rosalía.
-No tengo ganas de salir-le confieso-No quiero ver a nadie. 
                       Estoy en mi habitación revisando mis antiguos diarios. La joven que escribía en esos diarios no podía ser yo. 
-¿Por qué no le dice a sus tíos que quiere pasar una temporada en Barcelona?-me sugiere Rosalía-Es una ciudad muy grande. Y es usted todavía muy joven. 
                       Mi risa suena demasiado amarga.
                      ¿Casarme? ¿Yo?
-No quiero ni oír hablar de matrimonio-le contesto-Bastante he sufrido por culpa de don Enrique. ¿No te acuerdas?
-Pero ese hombre nunca la quiso de verdad, señorita-insiste Rosalía.
-Lo sé.
-Usted merece estar con otra clase de hombre. 
                        Y yo pienso que no existe otra clase de hombre. 
                         Admito una cosa. 
                        He llegado a sentir celos de Claudia. 
                        Sentía celos de ella porque pensaba que quería arrebatarme a Ricardo. Y no era sólo eso. Don Enrique había roto conmigo. Ya no íbamos a casarnos. Quedé destrozada cuando se sinceró conmigo. 
                        En mi fuero interno, pensé que nadie debía de ser feliz si yo no era feliz. Fue un pensamiento egoísta. Claudia y Ricardo regresaron a la isla de Medas Grande a disfrutar de su luna de miel. Pero regresarán dentro de tres días. Vamos a pasar todos juntos la Nochebuena. 
                       Le di un fuerte abrazo a mi hermano cuando me despedí de él en el embarcadero. 
-Cuídate-le dije. 
                       Mis tíos se desviven por cuidar al pequeño Adrián. No termino de asumir que sea tía. Que tenga un sobrino. 
-¡El niño es una preciosidad!-exclama Rosalía-¡Se parece mucho a su hermano, señorita!
                      Yo estoy sentada en la cama. Adrián parece un calco de Ricardo cuando era un bebé. 
                       Rosalía se mueve por la habitación. No hace nada en concreto. Parece que limpia el polvo de mi mesilla de noche. 
                       Pero tengo la sensación de que me está escrutando con la mirada. Que desea que haga algo. 
                       Y no sé qué hacer. Me siento muy cansada. Han ocurrido demasiadas cosas en todo este tiempo. Necesito no pensar durante una temporada en todo lo que ha pasado. Necesito cerrar los ojos y olvidarme del resto del mundo. 
                       No pido nada. Tan sólo pido eso. 


                     La ventana de mi habitación está abierta. Entra una brisa suave que agita levemente las cortinas. 

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