jueves, 7 de febrero de 2013

UNA BRISA SUAVE

             Se me ha ocurrido una idea.
            ¿Y si conocemos un poco mejor a Ricardo? ¿Y si vemos lo que anida en su interior y en su corazón?
              Este microrrelato corresponde al diario de Ricardo.

             13 de febrero de 1825

            Hoy, Augusta y yo hemos participado en otra cacería de patos.
            Si tengo que ser sincero, me aburren soberanamente. Mi tío Tomás utiliza un reclamo para patos. No encuentro placer en perseguir a ese pobre animal. Y, luego, dispararle a sangre fría. Augusta, en cambio, parece divertirse. Su risa cuando dispara contra un pato y lo mata me resulta sádica.
-¡Anímate, hermanito!-me insta.
             Me muestra el pato que acabo de matar.
-¿No te da pena matar a ese pobre animal?-le regaño-No te ha hecho nada.
-Los patos pueden ser peligrosos-afirma Augusta.
-Son inofensivos, hermana.
-Ricardo, voy a tener que pedirle a Dafne que haga algo. Que intente animarte. Llevas unos días muy raro. No sé el porqué. ¡Por Dios! Estás empezando a hablar igual que Claudia.
            Claudia...
-A lo mejor, ella tiene razón-sugiero-Esto que hacemos está mal. Matar animales por diversión no es sano. Lo considero una crueldad. Y tú no eres cruel, Augusta.
               Mi hermana se echa a reír. Sin embargo, su risa es más bien triste.
-Ahora, eres tú la que estás rara-observo.
               Empezamos a caminar.
              Nos hemos alejado algo de nuestro grupo. Oimos disparos en la distancia. Augusta lleva el cadáver del pato colgado boca abajo. Intento no mirarlo.
-El conde no ha venido-se lamenta.
-Tendría cosas que hacer-opino-Cosas de conde...
-No tiene hijos.
-Pero tiene tierras. Y es su deber ocuparse de ellas.
               Mi hermana tiene el ceño fruncido. No parece conforme con la explicación que le he dado.
-¿Y si está con otra?-se angustia-Los hombres os créeis mejores que nadie. Os casáis sólo para engendrar hijos legítimos. Pero, luego, os olvidáis de vuestras esposas. Y os largáis con la primera pelandusca que aparece en vuestros caminos. Y don Enrique...Es un hombre. Un hombre viudo y sin hijos...Y yo...
-Tú eres una joven extraordinaria-intento animarla-Eres hermosa. Estás llena de vida, Augusta.
-No sé si estarás enamorado de Dafne. Yo espero que sí. Porque es mi mejor amiga. El amor cambia la vida de las personas. Las hace querer ser mejores. Yo quiero ser digna de Su Excelencia. Quiero que esté orgulloso de mí. Yo lo admiro mucho. Y lo respeto.
                Augusta se ha hecho demasiadas ilusiones. No sólo se ha hecho ilusiones en su relación con el conde de Noriega. Se ha hecho ilusiones sobre Dafne y sobre mí. Me siento incapaz de hablar de forma sincera con mi hermana.
-¿Te has parado a preguntarme si estoy enamorado de Dafne?-me decido. Augusta me mira. El cadáver del pato se balancea mientras caminamos-Es tu mejor amiga. Lo sé. Sé que te haría ilusión verme casado con ella. Y lo admito. Es una joven realmente hermosa. Además, es buena y honesta. Sería la esposa perfecta para mí. Pero...
-¡Tú mismo lo acabas de decir!-me indica Augusta-Sería la esposa perfecta para ti. ¡La amas!
-No, hermana. Me he explicado mal.
-¡Te has explicado perfectamente! ¡Oh, Ricardo! ¡Eso es maravilloso!
-Augusta...Escúchame. No es lo que estás pensando. Verás. Yo...Bueno...
                No puedo seguir hablando. Augusta no para de parlotear acerca de mi futura boda con Dafne. Yo intento hablar con ella. Quiero hacerla entrar en razón. Pero no lo consigo. En ese momento, nuestro tío Tomás nos sale al paso.
-¡Por fin!-exclama al vernos-¡Os he encontrado!
-¡Tío Tomás!-grita Augusta-¡Mira lo que he cazado!
               Le enseña el cadáver del pato.
-Hermoso ejemplar...-valora el tío Tomás.
-¡Tío!-trina Augusta-Prepárate. Creo que va a haber boda a la vista.
                 Me guiña un ojo. Augusta lo ha entendido todo del revés. Me siento terriblemente frustrado. ¿Cómo le explico que no estoy enamorado de Dafne? No me atrevo ni a mirar a mi tío a los ojos.
-De modo que vas a pedirle matrimonio a la señorita Velasco-observa él.
             Niego con la cabeza.
              No voy a casarme con Dafne, tío Tomás. Estoy enamorado de otra mujer. Y esa otra mujer es Claudia. Su hija...Mi prima...Le ruego que me entienda, tío.
              Empezamos a caminar.
                      
             El tío Tomás se adelanta a nosotros. Va a saludar a un amigo que participar en la cacería. Yo procuro sonreír. Veo a mi hermana más entusiasmada.
-Aún es un poco pronto para que te cases con Dafne-opina.
             Habla de hacer una boda doble. O una boda triple, en el caso de que a Claudia le pida la mano un caballero formal. Siento que alguien acaba de darme un puñetazo en el estómago. ¡Claudia no puede casarse con nadie! ¡Claudia está enamorada de mí! Y yo no puedo casarme con Dafne. ¡Mi corazón sólo late por Claudia!
-Hermana...-trato de decir-Creo que ha habido un malentendido. Le tengo mucho cariño a Dafne.
-A mí no me engañas, hermano-se obstina Augusta-La quieres. Eso significa que estás enamorado de ella.
-El querer a una persona no significa que, por fuerza, la ame. Te quiero porque eres mi hermana. Y quiero a Dafne porque es como una hermana para mí.
-¡La amas! ¡No trates de negármelo!
               Augusta no entenderá que yo esté enamorado de Claudia.
               Ya me ve casado con Dafne.
              Tengo que acabar con todo esto, me decido.
              Iré a ver a Dafne. Y me sinceraré con ella.
               No quiero hacerle daño.   

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Me gustan los personajes masculinos de carácter fuerte, pero que sean dulces y cariñosos. Que sean vírgenes o que, al menos, haya habido una mujer en su vida a la que hubieran querido mucho. Los libertinos, lo he dicho muchas veces, nunca me han gustado.
      Un fuerte abrazo, querida Anna.

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  2. Muchas gracias por compartir estas cosas de Ricardo, me encanta, es adorable.

    Besos.

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    1. Me alegra saber que Ricardo os ha gustado a Anna y a ti. Es un buen chico, en todos los sentidos de la palabra.
      Un fuerte abrazo, Aglaia.

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