domingo, 31 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

4 DE JUNIO DE 1825

-¿De verdad se marcha Dafne de Buda?-le pregunto a Augusta.
                         Nos dirigimos al embarcadero en un carruaje de alquiler. No estoy muy acostumbrada a desplazarme en carruaje. Es muy raro. El cielo está cubierto de densas nubes negras. Augusta traga saliva.
-Dafne se va a pasar una temporada con su tía de Lérida-responde mi prima-Lleva algún tiempo queriendo que se vaya a vivir con ella. Pero Dafne se ha negado siempre.
-Hasta hoy...-recuerdo.
-Su tía es una solterona.
-¿Y por qué se va a vivir con ella? ¿Es por mi culpa?
                              Augusta guarda silencio.
                              Dafne ya está en el embarcadero cuando el carruaje se detiene. El cochero salta. Abre la portezuela. Augusta baja en primer lugar. Yo bajo detrás de ella. El cochero nos ayuda a ambas a bajar.
                              Sé que Ricardo no le ha contado a Dafne la verdad acerca de la relación que nos une. Sin embargo, no dejo de sentirme culpable.
                              Dafne tiene los ojos hinchados de tanto llorar.
                              La barca que ha de llevarla hasta Sant Jaume de Enveija la está esperando. Un criado sube a bordo de la barca el equipaje de Dafne. Mi amiga lleva puesto un vestido de viaje de color oscuro.
                              Augusta se acerca a ella. Dafne no puede controlar su llanto.
                              Yo también estoy llorando. Lloro al ver cómo Augusta y Dafne se abrazan. Lloro al ver lo desgraciada que es la mejor amiga de mi prima. También es amiga mía. ¡Qué egoísta he sido! ¡Qué egoísta soy!
                               Dafne también se acerca a mí. Me abraza con fuerza.
                               Rompo a llorar. Todo lo que está pasando es culpa mía, pienso con pesar. Me he enamorado de Ricardo.
                               Pero Ricardo siempre ha estado enamorado de mí. Jamás habría correspondido al amor que le profesa Dafne.
-¿Cuándo piensas regresar?-le pregunto.
                                Dafne se separa de mí.
-Todavía no lo sé-responde-Cuando olvide.
-¿Y crees que vas a poder olvidar?
-Amaré siempre a Ricardo, Claudia. Aunque él no me ame. Yo sí que lo amaré. Nadie podrá arrancarme este amor del fondo de mi corazón.
                              Dafne me da un beso en la mejilla.



                        Se separa de mí.
                        Yo me retiro. No quiero ver cómo se sube a la barca.
                         De pronto, oigo lo remos golpeando el agua. Oigo los sollozos que brotan de la garganta de Augusta. Y pienso que ha perdido a su mejor amiga por mi culpa.
-Ya no volveré a verla-la oigo lamentarse-Nunca más volverá a ver a Dafne. ¡Se ha ido!

sábado, 30 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DEL JOVEN RICARDO BALLESTER

3 DE JUNIO DE 1825

-¿Quién es ella?-me pregunta Dafne con voz llorosa. Se aferra a mi brazo-¡Te pido que me digas quién es esa mujer! Tengo derecho a saberlo. ¡Me ha robado tu amor! ¡Ricardo! ¿Por quién me quieres abandonar?
-Dafne, siempre he sido muy sincero contigo-respondo-Nunca he estado enamorado de ti. 
-¡Mientes!
-¡Te juro por la memoria de mis padres que nunca te he mentido! Dafne, yo te quiero. Pero el cariño que te profeso es idéntico al cariño que le tengo a Augusta. 
                           Dafne rompe a llorar. 
                           Nos encontramos a la orilla de la laguna Calaix de la Mar. Cuando éramos más pequeños, Claudia, Augusta y yo solíamos venir aquí a pescar. Esta tarde, me encuentro aquí con Dafne. 
                           Intento desengañarla. 
                            No soporto ver llorar a Dafne. Me siento un miserable. 
                          Dafne me suplica que la ame. Pero no puedo amarla. 
-¿Quién es ella?-me vuelve a preguntar con voz dolorida. 
                             Y yo pienso en Claudia. No sé hasta qué punto está despechada Dafne. Yo la veo destrozada. Y deseo morirme porque Dafne me ama de verdad. El problema es que no puedo corresponder a ese amor que ella me profesa. Nunca le he hecho una sola falsa promesa. 
                              He sido sincero siempre con ella. No me he esforzado en amarla. No podía amarla como ella me pide ser amada. 
-No te lo puedo decir-respondo-Es verdad. Mi corazón pertenece a otra mujer. 
-¿Y por qué no me puedes decir quién es ella?-vuelve a preguntarme Dafne-¿Es que acaso la conozco? ¿Quién es? 
-No te lo puedo decir. Lo siento. 
                             Dafne insiste. 
                             Quiere saber el nombre de la mujer por la cual, según ella, la estoy dejando. 
-¡Dime cómo se llama!-clama. 
                              Mi silencio la enerva. Siento cómo aprieta sus dedos en mis brazos. Sus ojos tienen una mirada vidriosa. Los sollozos sacuden su cuerpo. 
-¿Por qué callas, Ricardo?-me pregunta-No te estoy pidiendo nada. Por el amor que te tengo. 
-Nunca te he mentido, Dafne. Tú te mereces un hombre que te ame de verdad. Que sea sólo tuyo. Yo no soy esa clase de hombre. Lo siento mucho. 
-¡Puedo esperar a que me ames!
-Ese día no llegará nunca. 
-¿Por qué? 
                               Nuestras miradas se cruzan. Yo observo cómo su rostro cambia. Deja de llorar. Aparece algo en su rostro que no había visto hasta aquel momento. Resignación...
                                 Se da cuenta de la verdad. Entiende que nunca la he amado. Siempre querré a Dafne. Es como una hermana para mí. 
                              Pero ella me está pidiendo que la ame de manera apasionada. Y yo le he entregado mi corazón a Claudia. 
-¡No me digas nada!-exclama. 
                             Se da la vuelta y se aleja corriendo. 
                            Está muy alterada. 

viernes, 29 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

1 DE JUNIO DE 1825

-¡Ricardo es un imbécil!-brama Augusta entrando en la biblioteca-¿Te puedes creer lo que ha hecho? Vengo de casa de Dafne. 
                          Yo estoy sentada en una silla de la biblioteca intentando leer el libro que tengo en mis manos. Se trata de los Epigramas, de Marcial. 
                           Estoy intentando leer el epigrama que ha dedicado a un tal Diaulo. O algo así...No puedo fijarme bien en las letras. 
-¿Qué ha ocurrido?-quiero saber. 
-Ricardo le ha dicho a Dafne que no está enamorado de ella-contesta Augusta, furiosa-¡Le ha contado que está enamorado de otra mujer!
-¿Ha mencionado mi nombre?
-No lo sé. Dafne no para de llorar. 
-¡Pobrecilla! Lo siento mucho. 
                           Augusta camina de un lado a otro de la biblioteca. Me veo obligada a dejar de leer. 
-Ricardo me ha pedido varias veces que nos vayamos juntos-le cuento-No sé qué hacer. La dispensa puede tardar mucho tiempo en llegar. Mi vientre no para de crecer. Voy a hacer mi segunda falta. ¿Qué quieres que haga?
-No habéis debido de enamoraros mi hermano y tú, prima-contesta Augusta con tristeza. 
-Pero nos amamos. 
-Lo sé. 
                             Augusta suspira. 
                              Se detiene enfrente de mí. 
-¿Cómo estás tú?-le pregunto. 
-Me siento cansada-responde. 
                             Es verdad lo que dice. La veo más delgada. Profundas sombras surcan sus hermosos ojos de color topacio. Está más pálida. Me siento culpable porque parte de ese sufrimiento se lo está ocasionando mi relación clandestina con Ricardo. 
-No me pidas que renuncie a Ricardo-le pido-He intentado mantenerme alejada de él. Y no puedo. ¡No puedo ni quiero alejarme de él!
                           Augusta alza la vista al techo. 
                          Se pone de cuclillas ante mí. Desea entendernos a Ricardo y a mí. Pero hay cosas que no logra entender. 
                           Me abraza. 



-No debes de alterarte-me aconseja-En tu estado, eso no es bueno.
-Estoy muy nerviosa-admito-No sé qué hacer. Tengo mucho miedo.
-Pues debes dejar el miedo a un lado. Al bebé no le hace ningún bien.
-Eres muy buena, prima. 

jueves, 28 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DEL JOVEN RICARDO BALLESTER

31 DE MAYO DE 1825

                         Claudia clava sus hermosos ojos de color azul cielo en mí. 
                         Pasea de un lado a otro de mi habitación. 
                         Ya ha caído la noche. Me acerco a ella y le cojo las manos. 
                         Hay algo que le preocupa. Lo noto desde que regresé de Tarragona. 
-El Obispo intentará conseguirnos una dispensa papal-le cuento-Tardará en llegar. 
-Pues espero que llegue lo antes posible-admite Claudia-Pero tengo muchas dudas al respecto. 
-El Obispo tenía muchos asuntos que atender. Me ha costado trabajo verle. Al principio...No lo entendía. Pero, al final, se ha mostrado comprensivo. Claudia...¿Qué ocurre?
-Estoy embarazada, Ricardo. 
                          Se separa de mí. 
                          Se sienta en la cama. 
                           Fuera, ha empezado a llover. 
                         Yo miro perplejo a Claudia. Intento asimilar las palabras que han salido de su boca. Claudia está embarazada. 
                           Me siento a su lado en la cama. La abrazo con fuerza. 
-Si vas a preguntarme quién es el padre, te arranco los ojos-me escupe. 
                           No tengo la menor duda de que el niño que espera Claudia es hijo mío. Pero entiendo a la perfección sus miedos. No sé qué decir. Cualquier cosa que diga podría desatar la ira de Claudia. 
-Con más motivo debemos de casarnos-afirmo. 
                           Claudia vuelve a separarse de mí.
-Ya estábamos destinados a estar juntos-añado-Este bebé es una señal. ¡Hemos de estar juntos! ¿No lo entiendes?
                             Me doy cuenta de que Claudia está llorando. Es evidente que está muy asustada. No quiero que esté asustada. Me gustaría poder hacer algo para consolarla. Hacerle ver que todo irá bien. Nada malo puede pasarnos mientras estemos juntos. 
                           Lleno de besos su cara deseando secar sus lágrimas con mis labios. 
-Tienes que hablar con Dafne-me pide Claudia. 
                           Acabamos fundiéndonos en un beso cargado de pasión. 


                          Voy a ser padre, pienso. Mi corazón se llena de alegría. Claudia y yo vamos a tener un hijo. Me doy cuenta de que yo también estoy llorando. 
                           Tendré un hijo. O tendré una hija. No me importa. 
                            Se parecerá a mí. O se parecerá a Claudia. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

APUNTES EN UNA HOJA SUELTA DE LA SEÑORITA AUGUSTA BALLESTER

ESTE APUNTE SE HIZO EL DÍA 27 DE MAYO DE 1825

                              Noto a Claudia rara. 
                              Hay una inmensa niebla a mi alrededor. Siento que yo no soy yo desde el horrible día en el que Enrique se sinceró conmigo. Cuando me confesó que no estaba enamorado de mí. He llorado mucho en estos días. He deseado morirme. Sentía que no podía vivir sin él. No he podido apenas probar bocado. Casi no he podido conciliar el sueño. Los esfuerzos que han hecho mis tíos y mi prima Claudia por consolarme han sido muchos. Pero yo noto a Claudia muy rara. 
                           Don Enrique me ha enviado hoy una carta. Apenas contiene unas pocas líneas. 

                           Lamento mucho todo el daño que te he ocasionado, mi querida Augusta. Nunca fue mi intención herirte. Espero que puedas perdonarme algún día. 
                             Y deseo de corazón que seas feliz al lado de un hombre que realmente te valore. Entonces...Yo también seré feliz. 

                      Dafne ha venido a verme. Le doy las gracias a Dios porque puedo contar con su amistad. 
                      Estoy acostada en la cama.
                       Se sienta a mi lado en la cama. Dafne también me ha estado consolando en estos días tan espantosos. 
-¿Cuándo va a regresar tu hermano?-me pregunta. 
-Aún no lo sé-respondo. 
 -No entiendo el porqué no está aquí. ¡Es un cabeza loca!
-Lo sé. 
                            Dafne también viene aquí a buscar a Ricardo. Yo pienso que Claudia está muy rara. Y su comportamiento tiene mucho que ver con la ausencia de Ricardo. Cada vez que miro a Dafne, se me parte el corazón dentro del pecho. 
                           Le cojo la mano. 
                           Mi pobre amiga no sabe que mi hermano está enamorado de nuestra prima. No lo sabe. 
-¿Crees que Ricardo pedirá mi mano en matrimonio cuando regrese de Tarragona?-me pregunta. 
                           Siento cómo se me forma un nudo en la garganta. 
                          Me siento en la cama. Me acerco a Dafne.
                         Le doy un beso en la mejilla. 
-Dafne...-contesto-Ricardo...
-Vendrá a hablar con mi padre-me interrumpe mi amiga-¿No piensas así?
                           Mis ojos se llenan de lágrimas. Lo último que quiero es hacerle daño a Dafne. Y no deseo traicionar ni a Claudia ni a Ricardo. Me siento en medio de una situación que no entiendo. A pesar del dolor que me invade, tengo que preocuparme por mi prima y por mi hermano. 
                        Son amantes. 
-Deberías de hablar con Ricardo cuando puedas-le sugiero-Te lo digo en serio. Dafne, mi hermano te quiere mucho. 
-¡Entonces, no hay más nada que decir!-trina Dafne-Hablaré con él en cuanto pueda. ¡Nos casaremos aquí mismo! ¡En la capilla! ¡Tú serás mi dama de honor, Augusta!
                         Rompo a llorar. 
-¿Por qué estás llorando, Augusta? 
                         No respondo. Dafne me mira angustiada. 
-¿Qué tienes, amiga?-me vuelve a preguntar-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? 


-No te lo puedo decir-respondo-Habla con mi hermano. 
-¿Qué le ha ocurrido a Ricardo?-se inquieta Dafne. 
-Por favor...Habla con él. 
                            Veo aparecer el miedo reflejado en los ojos de Dafne. 
                           Le aterra la idea de perder a Ricardo. Yo sé que ha perdido a Ricardo. 
                            En realidad, nunca fue suyo. 






martes, 26 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

30 DE MAYO DE 1825

-Entonces, no existe ninguna posibilidad para mí-se lamenta Pedro Serrano-No está enamorada de mí, Claudia. Y poco puedo hacer yo para que cambie de opinión. Mis sentimientos hacia usted no son correspondidos. 
-Le ruego que me perdone-le pido-Como ya ha adivinado, mi corazón pertenece a otra persona. No puedo decirle más. 
-Entiendo. 
                        Pedro Serrano ha venido a verme. 
                        Me besa en las mejillas a modo de saludo. 
                        Me siento mejor para poder hablar con él. 
                        Para poder mirarle a los ojos y despedirme de él. Sospecho que no volveremos a vernos. Pedro Serrano parece haberse rendido. 
                        Me habría gustado haberme enamorado de él. Me habría gustado haberme convertido en su esposa. Una parte de mí intuye que yo podría haberle hecho cambiar y haber hecho de él un hombre mejor. Pero no he podido enamorarme de él. 
-Claudia, usted es una mujer extraordinaria-me dice con firmeza-Se merece a un hombre tan extraordinario como usted. No se conforme con menos. 
-El hombre del que me he enamorado es muy noble-le confieso. 
-Me alegro por usted. Sea feliz a su lado. Yo nunca la olvidaré. 
                         Se me forma un nudo en la garganta. Me gustaría decir algo. 
-Sea usted también feliz, señor Serrano-alcanzo a decir-Aunque...Sea con otra mujer. 
                         He podido hablar. Logro esbozar una sonrisa. Pedro Serrano me sonríe con tristeza. 
                         Me besa en las mejillas. 
                         Hemos estado hablando en el jardín. Cuando yo me disponía a cortar unos lirios. Él ha aparecido sin anunciarse. Sin avisar. 
                         Ahora...Le veo alejarse. 


                             Ricardo sale del interior de casa. Se acerca a mí. 
                            Me besa con intensidad en los labios. 
-¿Qué ha ocurrido, Claudia?-me pregunta. 
-Todo ha ido bien-respondo-El señor Serrano es un buen hombre. 
-Pero...No estás enamorada de él. ¿No es así? 
-¡No seas tonto! Nunca he estado enamorada de él. A pesar de sus defectos, ha demostrado ser todo un caballero. 
                            Ricardo vuelve a besarme con intensidad en los labios. 
                           Y yo recuerdo que todavía no sabe que estoy esperando un hijo suyo. 

lunes, 25 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

29 DE MAYO DE 1825

                           Llevo a Augusta hasta el hueco de la escalera. 
                           Mi prima está como ausente en un primer momento. No me pregunta nada. Tan sólo me mira de manera fija. Y, poco a poco, va reaccionando. 
                            Su rostro, que estaba pálido, se ha tornado de golpe rojo. Muy rojo...
-¿Qué estás diciendo?-se horroriza. 
-Mis padres no saben nada-contesto-Y te ruego que no se lo cuentes. 
-No hace falta preguntarte quién es el padre. ¿No es así?
-Las dos sabemos que se trata de Ricardo. 
                           Oigo a mi madre. 
                           Es la hora de la merienda. 
                           Augusta y yo entramos en el comedor. Mis padres ya se han sentado alrededor de la mesa. 
                           Augusta me mira con espanto. Yo me siento enfrente de ella. 
                           Ya sé lo que me pasa. Lo pienso cuando Rosalía vierte chocolate caliente en mi taza. 
                           No tengo la menor duda. Voy a tener un hijo. Estoy esperando un hijo de Ricardo. ¡Y estoy muerta de miedo! 
-Claudia, tienes muy mala cara-observa mi padre. 
-No duermo bien, papá-miento. 
-El señor Serrano ya no viene por aquí. ¿Qué ha ocurrido? Espero que no haya intentado hacerte nada. 
-El señor Serrano ha resultado ser todo un caballero. 
-Ya falta menos para que viajes a Barcelona-me recuerda mi madre con una sonrisa-Entonces, podrás conocer a caballeros mucho más importantes que Pedro Serrano. Serán dignos de ti. O puede que estés deseando viajar a Madrid a conocer a los Reyes. 
-La Reina María Josefa está enferma de los nervios-interviene Augusta-Vi a Elisenda el otro día en casa de Dafne y me lo contó. 
                          No quiero viajar a Madrid. No quiero viajar a Barcelona. Mi vientre está todavía plano. Pero sé que no tardará en empezar a aumentar. 
                         Oigo a alguien golpear la puerta de casa. Me sobresalto. Pienso que podría ser el médico de la isla. 
                         He bajado esta mañana a la aldea. El médico vive en la aldea. 
                         He ido a su casa. He fingido que sólo sentía curiosidad por conocer cuáles eran los síntomas de un embarazo. Sospecho que el médico no me ha creído demasiado cuando me ha hecho pasar a su casa. Atiende a los enfermos en su casa. 
                            Tengo todos los síntomas. Intento no pensar en eso mientras trato de merendar. Me da asco, incluso, beber un sorbo de mi taza de chocolate. 
                            Oigo al mayordomo saludar a alguien. El corazón me da un vuelco. ¡Estoy oyendo la voz de Ricardo! Ha vuelto, pienso. No sé reaccionar. 
                            Ricardo entra en el comedor. No mira a nadie. Sólo me mira a mí. 
                            Augusta corre a abrazarle. No puede parar de llorar. 
                            Ricardo se aparta de ella. Se acerca a mí. Me mira con adoración. 
-Claudia...-susurra. 
                             Y me besa en la boca. Oigo el grito ahogado de mi madre. 





domingo, 24 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

Hola a todos. 
El fragmento de hoy me gustaría compartirlo con una buena amiga nuestra. 
Se trata de Anna Soler Segura. 
Anna es una escritora muy prolífica que se mueve como pez en el agua por distintos géneros. Lo mismo escribe una novela de romance juvenil como lo es El Viaje como escribe romance histórico como lo es Tormenta de amores como escribe romance contemporáneo como lo es Al límite de la pasión como te sorprende escribiendo una novela erótica que ríete tú de Grey y sus sombras, como lo es El deseo. 
Además, escribe hermosos poemas llenos de sensualidad, de romanticismo, de dolor. Hay de todo en sus versos. 
Si queréis ver el talento de Anna, os recomiendo que os paséis por su blog "Romance". Aquí os dejo el link:

http://romanceanna.blogspot.com.es/

POSDATA: ¡Me muero de ganas de ver publicada la saga de las hermanas Baker! Las hermanas Baker son tres: Rebecca, Evelyn y Amy que viven a principios del siglo XVIII. La venganza une los caminos de la encantadora Rebecca con Román en Vendetta de amor. La rebelde Evelyn y Cristian, el mejor amigo de Roman, viven su propia historia de amor en Lady Rebelde. Sólo falta que el amor llegue a la vida de Amy, la menor de las tres. ¿Qué le ocurrirá?

Anna, amiga, aunque esto no sirva de mucho, te estoy eternamente agradecida por todo lo bien que te has portado conmigo. Por ser una amiga tan buena. Por no pedir nunca nada a cambio. Este fragmento, aunque me sepa a poco, espero que lo disfrutes cuando puedas.  

11 DE ENERO DE 1825

                      Augusta y yo salimos a dar un paseo en compañía de Dafne Velasco. 
-Tienes que ayudarme-le pide Dafne a Augusta-¡Ricardo no me hace caso!
-Si no te hace caso, eso significa que está interesado en ti-le dice mi prima. 
-¿Tú crees?
-Se está haciendo el difícil. 
                      En una duna de la playa donde estamos paseando, una mujer vende cucuruchos de almendras garrapiñadas. 
                        Augusta, Dafne y yo nos compramos un cucurucho de almendras garrapiñadas cada una. 
                       Cada cucurucho cuesta ocho reales. 
                       Augusta nos invita a Dafne y a mí. Abre su bolso. Y le paga a la mujer. 
                      Nos alejamos de allí. 
                       No quiero prestar atención a la conversación que están manteniendo Dafne y Augusta. Centro mi mirada en el horizonte. 
-¿Y por qué no hablas con él?-le pide Dafne a Augusta. 
-He intentado hablar con él muchas veces-contesta mi prima-Pero nunca me hace caso. Creo que piensa que es poco para ti. O puede que piense que a mí no me gustaría tenerte como cuñada. Le he dicho que es un tonto. Tú eres como una hermana para mí, Dafne. Me gustaría verte casada con Ricardo. Siendo la madre de sus hijos. De mis sobrinos...
                        No me imagino a Dafne casada con Ricardo. El mar está en calma. Pero pienso que es sólo una calma aparente. 
                       Por primera vez, desde la Epifanía, no ha llovido. Pero el cielo está cubierto de nubes grises. Puede llover en cualquier momento. Veo una barca de pescadores faenando en la distancia. Tengo frío. 
-Amo a Ricardo desde hace mucho tiempo-afirma Dafne con vehemencia. 
                         Pero mi primo no te ama, pienso casi con rabia. No se lo digo. No quiero que Augusta se enfade conmigo. Dafne es su mejor amiga. Prefiero guardar silencio. Es mejor que no diga nada. Augusta le promete que volverá a hablar con Ricardo. Piensa que él está enamorado de Dafne. Pero yo sé que no es así. 
                             Ricardo no está enamorado de Dafne. 

 

-¿Tú qué piensas, Claudia?-me pregunta Dafne, incluyéndome en la conversación-¿Crees que Ricardo está enamorado de mí?
-No lo sé-respondo-Yo pienso lo mismo que piensa Augusta. 
                       Dafne se da por satisfecha. 
-Entonces, he sido una tonta-se ríe. 
-No eres ninguna tonta-le asegura Augusta-El tonto es mi hermano. ¡No sabe la clase de mujer que eres, amiga! 

sábado, 23 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

11 DE ENERO DE 1825

                             Augusta bufa de un modo tan ruidoso que me va a dejar sorda. 
                            Cuando gruñe a la mesa, me tapo los oídos. 
                              Es la hora de la cena. 
                             Damos cuenta a la mesa del comedor de la cena. Ésta consiste en fideos a la cazuela. A Ricardo le encanta comer los tacos de costilla de cerdo que suelen acompañar este plato. 
-¡Está delicioso!-exclama-Lo cierto es que nuestra cocinera no cocinaba tan bien. Era buena. Pero no era una maestra. 
-Fue papá el que la contrató-le digo. 
-Entonces, tío Tomás, te felicito. Eres un excelente señor de esta masía. 
                               Mi padre se echa a reír. De pronto, un trueno retumba en todo el comedor. 
-¡Virgen de Montserrat!-exclama mi madre-¿Qué ha sido eso?
-Es un trueno, tía Pruden-contesta Augusta-No ha sido nada. Pero me cansa que esté todo el día lloviendo. ¡Me estoy agobiando!
-Sé paciente, hermana-le aconseja Ricardo. 
-¿Cómo me puedes pedir que sea paciente?
-Porque es bueno que llueva. 
-El río Ebro acabará desbordándose. Vivimos rodeados de agua. El agua del río...El agua del mar...
-¡El agua es buena!-aplaudo-No sé de qué te quejas. 
                              Suena otro trueno. Este trueno es mucho más fuerte que el anterior trueno. Yo me santiguo. No soporto escuchar el ruido de los truenos. Me asusta. 
                               Ricardo se inclina sobre mí y deposita un beso en mi frente para tranquilizarme. 
                              Me dice que los truenos no tienen porqué darme miedo. 
                              Y yo me tranquilizo. Cuando Ricardo me habla, yo me siento más tranquila. Cuando mi primo me sonríe, yo me olvido de que, fuera, está tronando. 
                               Pero no está bien que le mire con arrobo. Mi padre carraspea. Hemos de fijarnos en nuestros respectivos platos. 


                          Yo me siento bien estando con Ricardo. Me olvido de mi viaje a Barcelona.
                          Lo he pensado mucho. Me resisto a abandonar Buda. Y la idea de viajar a Madrid me desagrada también.
                           Me pondré nerviosa cuando tenga que hacer mis reverencias ante los Reyes. Mis padres dicen que sé hacer perfectamente una reverencia.
                           Me mienten para tranquilizarme. Haré el peor de los ridículos cuando esté ante los Reyes. Y no quiero ni pensar en lo que ocurrirá cuando esté en Barcelona.
-Come, Claudia-me dice mi madre. 

viernes, 22 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

10 DE ENERO DE 1825

-¿Es que nunca va a dejar de llover?-se queja Augusta-Lleva lloviendo cuatro días. ¡No puedo salir y me estoy asfixiando!
-No te vas a asfixiar-contesta mi madre-Respiras perfectamente, querida. 
-Te aconsejo que te calmes-le sugiero a mi prima-Antes o después, dejará de llover.
-Los cultivos de arroz necesitan lluvia-opina Ricardo-Los agricultores están contentos. 
                           Es la hora de la merienda. 
                           Mojamos en nuestras respectivas tazas de chocolate unos deliciosos melindres. 
                           Hoy, está lloviendo con mucha más fuerza con la que llovía ayer. 
-¡Me voy a volver loca!-protesta Augusta-Si no para de llover, me pondré a gritar. ¡Lo digo completamente en serio!
-Ten paciencia, querida-le exhorta mi padre. 
                           Estamos merendando en el comedor. 
                           Augusta bufa de un modo ruidoso. Yo trato de no echarme a reír. Me hace gracia ver a Augusta tan exasperada por no poder salir a dar un paseo. 
                           Llueve con frecuencia en Buda. Vivimos en una zona del país muy lluviosa. A mí me gusta la lluvia. 
                           Duermo las noches en las que llueve. El sonido de las gotas de lluvia golpeando los cristales de la ventana de mi habitación me relaja. 
                           Hace que me quede profundamente dormida. Es un sonido suave. A Augusta no le gustan nada los días de lluvia. 
-¿Y cuándo dejará de llover?-pregunta mi prima. 
-No lo sabemos-responde Ricardo-Relájate y disfruta de la lluvia. Los arrozales beben agua. La hierba está más fresca. 
                           Mi primo sonríe. 
                           Estamos sentados juntos a la mesa. 
                            Ricardo me da un beso en la mejilla. 
                           Su comentario me ha hecho reír. Siempre me está haciendo reír. 
                             Ricardo me dice que tengo una risa preciosa. 
-No deberías de hablarle así a Claudia-le regaña Augusta. 
                             Ricardo la ignora. A mí no me molesta que me hable de ese modo. Siempre me está diciendo cosas bonitas. Le gusta hacerme reír. Y yo disfruto de su compañía. 
-No está haciendo nada malo-le digo a Augusta. 

jueves, 21 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

9 DE ENERO DE 1825

                             Los buñuelos de bacalao que nos sirve Rosalía para cenar están deliciosos. 
                             Fuera, no para de llover. Está lloviendo desde el Día de la Epifanía. 
                             Augusta bufa de un modo ruidoso. Mi madre le fulmina con la mirada. Yo trato de no sonreír. Augusta se queja de que no puede salir a montar a caballo. Se trata de una de sus actividades favoritas.
-No pasa nada porque estés sin salir una semana a montar a caballo-le dice mi madre-Además, está muy mal que una señorita salga a montar a caballo sola. Y tú ya tienes edad para ser una señora. Estás a punto de cumplir veinticuatro años, Augusta. 
-El conde de Noriega está prendado de mí, tía-le cuenta Augusta-Lo veo a menudo cuando salgo a montar. Habla conmigo. 
-Si el conde de Noriega está interesado en ti, debería de venir aquí a hablar conmigo-interviene mi padre. 
-Ya no soy una niña, tío Tomás. Yo puedo tomar mis propias decisiones.
-Pero vives en mi casa. No lo olvides. 
                                 Augusta resopla. Ricardo se echa a reír. Yo trato de no echarme a reír también. 
                                Me ha cambiado la vida desde que mis primos viven en la masía. 
-Papá, Augusta ya es mayorcita-opino-Se casará con quien ella quiera. Y se casará cuando ella quiera. 
-Gracias, Claudia-me dice mi prima. 
-Pero no quiero que se aprovechen de ella-se justifica así mismo mi padre. 
                                Será mi padre quien le otorgue una dote a Augusta. Mis tíos estaban en la ruina cuando murieron. 
                                Mi padre siempre me ha contado que mi tío tenía una mala cabeza a la hora de administrar su dinero. Prefería despilfarrar sus cuartos en toda clase de caprichos. O se iba por ahí de juerga. Mi tía también despilfarraba su dinero. 
                                Augusta siente rabia. No tiene dinero. Siente que todavía no se ha casado porque carece de dote. 
-Deberías de tener cuidado, Claudia-me aconseja Augusta. 
-¿Qué quieres decir?-inquiero. 
-Por favor...-interviene Ricardo-Hermana, vas camino de convertirte en una amargada. 
-¡No soy una amargada!-replica Augusta-Tan sólo quiero prevenir a nuestra prima. Una mujer tiene que casarse en su primera temporada en sociedad. Después...Si no se casa en su primera temporada en sociedad, nunca se casará. Yo tuve la mala suerte de no poder tener más temporadas. Y también tuve la mala suerte de no casarme cuando fui presentada en sociedad en Barcelona. No quiero que te pase lo mismo, prima. 
-Te agradezco tus buenos deseos-le digo. 
-Claudia será todo un éxito-vaticina mi padre, mirándome con orgullo-Causará sensación este otoño. Cuando se celebre su entrada en sociedad. 
                            Yo bajo la vista. 

 

-Creo que estás exagerando, papá-le digo-No me gusta mucho la idea de ser presentada en sociedad. Yo estoy dispuesta a viajar a Barcelona para mi puesta de largo. Pero...
-¡Tonterías!-me interrumpe mi padre lanzando un bufido impropio de él-Hablas así porque piensas que no vas a tener éxito.
-Yo te aconsejaré-me promete Augusta-Sigue mis consejos y causarás sensación. Tío Tomás tiene razón, Claudia.
                           Miro a Ricardo. De manera inconsciente, necesito su apoyo. Que me diga que todo irá bien. Que mi futuro viaje a Barcelona es una buena idea.
-Y de Barcelona podrías viajar a Madrid-prosigue Augusta-¿No te apetecería conocer a los Reyes? He oído que la Reina María Josefa es muy hermosa.
-Lástima que no haya tenido todavía el heredero-se lamenta mi padre-El Rey ha estado casado dos veces antes y tampoco ha tenido hijos. Lleva seis años de matrimonio con la Reina. ¡Seis años! ¡Y todavía no ha nacido ningún heredero!
-La Reina es estéril-opina Augusta.
-O puede que no estén nunca juntos-replica Ricardo-Todos conocemos las juergas que se corre el Rey fuera del Palacio. Y nunca mejor dicho.
-¡Ricardo!-se horroriza mi madre.
                          No entiendo el porqué el comentario que ha hecho mi primo la ha alterado. 

UNA BRISA SUAVE

Hola a todos.
Durante los siguientes días, subiré cinco fragmentos del diario de Claudia correspondientes al mes de enero, es decir, antes de todos los acontecimientos que ocurren.
Yo pensaba subirlos en primer lugar, pero, al final, no lo hice.
Pero pienso que vale la pena que vean la luz.
Espero que os guste.

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

8 DE ENERO DE 1825

                            Los caracoles en salsa que ha servido la cocinera a la hora de la comida están deliciosos. 
                            Yo estoy sentada a la mesa. Es la hora de la comida. 
-Tienes que cambiar-le exhorta Augusta a Ricardo. 
-¿Vas a empezar otra vez con lo mismo?-se impacienta él. 
-Tu hermana sólo quiere lo mejor para ti-interviene mi padre-Quiere que seas un hombre de provecho. Quiere que sea como era vuestro pobre padre. Mi querido hermano...Y sólo así conseguirás el amor de la joven Dafne. 
-Ella te ama-insiste Augusta. 
                            Ricardo y yo estamos sentados juntos a la mesa. Él eleva los ojos al cielo. 
                             Le oigo bufar. Yo trato de disimular una sonrisa. A él no le interesa en absoluto Dafne. Sin embargo, Augusta está empeñada en emparejarle con ella. 
                             Quiero pensar que Ricardo no siente nada por Dafne. Por lo menos, le tiene cariño. Es la mejor amiga de Augusta. 
                             Palmeo su mano por encima de la mesa. 
-Ricardo es un buen muchacho-le defiendo-Y lucha todos los días por ser un poquito mejor. ¿No es así?
                              Mi primo no contesta. 
                             Me mira con adoración. Me dedica una cálida sonrisa.
-Tú siempre me estás defendiendo, Claudia-dice-No sé qué he hecho para merecer una prima tan buena. Pero tu padre y mi hermana tienen razón. He de cambiar. He de ser mejor persona. Aunque no esté enamorado de Dafne. 
                             Augusta se enfada.. Le tira su servilleta. Mi madre impone el orden dando un golpe con la palma de la mano abierta en la mesa. De ese modo, evita que Ricardo y Augusta empiecen a discutir. No me cabe la menor duda de que mis primos se quieren. Pero discuten con mucha frecuencia. 
-¿Por qué mientes?-le pregunta Augusta a Ricardo. 
                           Él le fulmina con la mirada. Prefiere no hablar del tema. 
-Estás enamorado de Dafne-insiste Augusta. 
-No puedes adivinarlo-le recuerda mi madre. 
                          Yo no sé qué pensar. Tan sólo sé que Dafne está enamorada de Ricardo desde que era pequeña. Y está empeñada en casarse con él. 
-Dafne es una joven muy atractiva, pero yo no siento nada por ella-se sincera Ricardo. 
-Por lo menos, admites que es guapa-opino-Eso ya es algo. Aunque sea poco. 
-No es nada, Claudia. 
                            Quiero pensar que Ricardo y Augusta discuten porque no terminan de asumir su nueva situación. Tienen que vivir con nosotros. En una masía situada en una pequeña isla...Mis tíos, sus padres, están muertos. Los echan mucho de menos. Todo esto es demasiado para ello. 
                          Es una situación que no terminan de asumir. 


-Preocúpate más de ese apuesto conde que viene mucho a visitarte-le recomiendo a Augusta. 
-El conde de Noriega es todo un caballero-me asegura mi prima. 
-No te fíes de ningún hombre-le aconseja mi madre. 
-Él nunca me haría daño, tía Pruden. Se porta muy bien conmigo. Aunque yo lo prefiero de otra manera. Que sea más apasionado. 

miércoles, 20 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

A LO LARGO DEL MES DE MAYO

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

                         Releo las páginas de mi antiguo diario. 
                         En lo que va de año, he terminado de escribir dos diarios. 
                         La joven que escribió el primer diario no puede ser la misma joven que ha empezado a escribir el tercer diario. 
                         Estoy a punto de volverme loca. Es el segundo mes que se me retrasa el periodo. 
                         Me siento mal. Tengo una gran sensación de cansancio. No desaparece. No duermo por las noches. Supongo que será por eso. Estoy muy asustada. No quiero ni pensar que podría estar esperando un hijo de Ricardo. Mi vientre está plano. No sé qué hacer. Tengo mucho miedo. Y Augusta no me servirá de mucha ayuda. Lo único que hace es llorar. 
                        Y, aunque trato de disimularlo, he empezado a sentir nauseas. La comida me da asco. No vomito. Pero me da mucho asco ver una tostada untada con mantequilla. 
                          Estoy en mi habitación. 
                          Dafne ha venido a visitar a Augusta. 
                          Cojo mi viejo y acabado diario. Me gustaría volver atrás el tiempo. 
                          Mi cumpleaños es el día 4 de enero. 
                          La primera anotación de mi viejo y acabado diario es del día 4 de enero de este año. 
                           Para celebrarlo, mis padres organizaron una pequeña fiesta en nuestra masía. 
                          No acudieron muchos invitados a la fiesta. De algún modo...Lo agradecí porque no me gustan las fiestas por todo lo alto. 
-Es tu gran día, prima-apostilló Augusta. 
                          No tengo muchas amigas. Quienes vinieron a la fiesta fueron las amigas de Augusta. Mi prima ha hecho muchas amistades desde que llegó a Buda. Pero sus amigas se portaron con mucho cariño conmigo. 
-¿Te diviertes en tu fiesta, Claudia?-me preguntó una de sus amigas. 
                            Se llamaba Elisenda. 
-Es una fiesta muy divertida-respondí. 
-Serás presentada en sociedad, querida-intervino Dafne. 
-¡Pero eso ocurrirá en otoño!-le recordó Elisenda-Le quedan unos meses todavía para que viaje a Barcelona. 
                             Me hicieron muchos regalos. Soplé las velas. La tarta era de chocolate. 
-Pide un deseo-me exhortó mi padre. 
-Se te hará realidad-añadió mi madre. 
                             Soplé las velas. Recuerdo que se brindaron en muchas ocasiones con vino a mi salud. Y que comimos tarta. 
                              Me sentí la mujer más feliz del mundo. 
                              Después de comer tarta, se celebró un baile. Pedro Serrano me invitó a bailar con él. Y yo acepté. El conde de Noriega también acudió a la fiesta. Y bailó con Augusta. 
                               Pedro Serrano depositó un beso en mi mano antes de empezar el baile. Un vals...
-Es usted una admirable bailarina-me alabó. 
                               Yo me sentí halagada. ¡Qué poco sabía entonces de la vida!
                               A pesar de que no está bien, acepté bailar un segundo vals con Pedro Serrano. 
                               Al terminar de bailar aquel vals, Ricardo entró en el salón. Oí a mi madre ahogar un grito. Ricardo se tambaleaba. No podía caminar erguido. 
-¡Estás borracho!-le espetó Augusta-¡Vienes apestando a vino barato! 
-No me gusta esta clase de fiestas-replicó Ricardo arrastrando las palabras-Pero quería darle a nuestra bella primita su regalo de cumpleaños. 
-Ricardo, vete a tu habitación. Tío Tomás ya hablará contigo mañana. En cuanto se te pase la cogorza que traes. Anda. ¡Vete!
-¡No te haré caso! Deja que le dé a Claudia su regalo de cumpleaños. Cada año que pasa está cada vez más bella. 
                           Ricardo se acercó a mí y me estampó un beso en la boca. 
                           Fue un beso que tengo que reconocer que fue más bien torpe. Yo pensé que Ricardo se había equivocado. Estaba tan borracho que no supo darme un beso en la mejilla. Ahora, me doy cuenta de la verdad. 
                             Ricardo deseaba besarme en los labios.
                             Pero no se atrevía a hacerlo. Yo era su prima. Yo soy su prima. Aún recuerdo la cara descompuesta de Augusta. Puedo escuchar los latidos acelerados de mi corazón. La mirada cargada de desesperación que me dirigió Ricardo cuando se apartó de mí. Sus labios posados de manera casi rabiosa sobre mis labios...
                                Todo...

martes, 19 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

UNAS LÍNEAS DEL DIARIO DEL JOVEN RICARDO BALLESTER

A LO LARGO DE TODO EL MES DE MAYO

                       Me digo a mí mismo que he de ser fuerte. 
                      Me he pasado los últimos días yendo y viniendo. Voy del hotel donde me alojo hasta el Obispado. 
                         No sé la de veces que he intentado hablar con el Señor Obispo. Y no lo he conseguido. 
                       Mi único consuelo es escribirle a Claudia. Me conformo con saber que ella está bien. 
                      Pero el correo es lento. Y mis cartas tardan en llegarle. 
                       A la vez, las cartas que me escribe tardan en llegarme. Y yo pienso que ese malnacido de Pedro Serrano está cerca de ella. Y puede intentar hacerle algo. ¡Me aterra la idea de que le haga daño!
                          Claudia me oculta algo. Tiene que ver con Augusta. No quiere decirme de qué se trata. 
                        Yo ya no sé qué hacer. ¿Sigo en Tarragona intentando hablar con el Señor Obispo? ¿O regreso a Buda? Tan sólo sé que no puedo vivir sin Claudia. 


                       Esperaré. Seré paciente. 
                        Conseguiré una respuesta. Y, entonces, regresaré a Buda. 
                      Me casaré con Claudia. Y todo irá bien. Seremos muy felices los dos juntos. 

lunes, 18 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

Hola a todos. 
El fragmento de hoy de Una brisa suave me gustaría dedicárselo a una querida amiga. Se trata de Judith Álvarez, más conocida como Citu.
A Judith le gustan los animales y odia saber que le hacen daño a un animal. 
Es sensible y bondadosa. 
En su blog "Enamorada de las letras", podéis encontrar, no sólo bonitas historias de amor, sino que, además, nos habla con mucho orgullo y con mucho amor de su país, Ecuador. Yo, por ejemplo, me he enamorado de un archipiélago de cuya existencia desconocía y que he descubierto gracias a su blog: el archipiélago de Jambelí. 
Si queréis conocer platos típicos de Ecuador, descubrir lugares fascinantes y recorrer, aunque sea con la imaginación, sus ciudades, os invito a que os paséis por "Enamorada de las letras". 
Aquí os dejo el link:

http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/

El blog es precioso. Lleno de imágenes románticas y fantásticas. 
Vale la pena descubrirlo. ¡Os maravillará! 

Citu, amiga. Quiero decirte que vales mucho como escritora. ¡Eres una gran escritora! ¡Tenlo muy presente! Tienes a mucha gente que te quiere y te apoya. Puedes contar conmigo para lo que sea. Te agradezco muchísimo tu amistad, Citu. 
Un fuerte abrazo, amiga. Y te envío todo mi cariño. 

13 DE ABRIL DE 1825

                       La chimenea del salón está encendida. Augusta se queja de que hace mucho frío. 
                      Se acurruca en el salón mientras Rosalía la tapa con una manta. 
-¡Nunca me ha querido!-solloza. 
                       Mi corazón se desgarra cuando oigo el llanto de mi prima. 
-Ese hombre es un canalla-escupe mi padre, que camina de un lado a otro del salón. 
                        Me recuerda a un animal enjaulado. 
                        Esta tarde, don Enrique ha venido a recoger a Augusta para salir a dar un paseo. 
                        Media hora después, Augusta regresó hecha un mar de lágrimas. Yo la abracé. Mi madre le preguntó lo que estaba pasando. Entonces, Augusta nos contó que don Enrique le había dicho que no quería casarse con ella. 
                         Fue en la playa.
-Eres una buena mujer, Augusta, pero sería un terrible error casarme contigo-le dijo-No estoy enamorado de ti y me doy cuenta de que nunca te he amado. Lamento ser tan frío  y tan directo.
-¡Me estás mintiendo!-gritó Augusta, desconcertada.
-Augusta, tú nunca habrías sido feliz a mi lado. Necesitas otra clase de hombre. Y yo necesito otra clase de mujer.
-¡Pero tú me amas!
-¿No acabas de oírme? Nunca he estado enamorado de ti.
-¿Hay otra mujer en tu vida?
-No hay ninguna mujer en mi vida. Sólo quiero ser sincero contigo.
-¡Pero me estás matando con tus palabras!
                              Augusta rompió a llorar. Vino corriendo hasta aquí.
-No llores, prima-le pido.
                              Mi madre y yo intercambiamos una mirada cargada de nerviosismo.
                             Mi madre le coge la mano a Augusta.
                             No sabemos qué hacer para consolarla.
-¡Me quiero morir!-solloza mi desconsolada prima.
                             Me siento impotente. No sé qué hacer para ayudarla.



                           Se siente mal. Su corazón está partido en mil pedazos.

domingo, 17 de agosto de 2014

ESCENA ELIMINADA DE "A ORILLAS DEL MAR"

Hola a todos.
Hoy, hago un ligero parón en mi blog novela "Una brisa suave" para descansar un poco.
Pero no me olvido de este blog.
En esta ocasión, me gustaría compartir con vosotros un fragmento de mi novela A orillas del mar. 
Esta en fase de borrador. La cojo. La corrijo. La dejo. La vuelvo a coger. La vuelvo a corregir. Todavía le queda mucho por pulir.
E ignoro cuándo y dónde verá la luz.
De momento, os dejo con esta escena eliminada.
Espero que os guste.

             Parecía que habían pasado siglos. Rosa tuvo aquella sensación cuando entró en el comedor.
            Vio la silla que había pertenecido a Aurora que estaba vacía. Nunca nadie más se volvería a sentar en aquella silla. Sintió una dolorosa punzada en su corazón. Ya no era una niña a la que había que ocultársele todo lo que pasaba.
            Rosa ya tenía diecisiete años. De algún modo, conocía bien el funcionamiento del mundo.
            Su prima Elisa se sentó a su lado. Ella no podía sentarse tampoco en la silla que había pertenecido a Aurora.
-¿Tienes mucha hambre, prima?-le preguntó Rosa a Elisa-Comes muy poco últimamente.
-No me siento muy bien-respondió la joven-Y eso es muy raro. Siempre he gozado de una buena salud.
-Debe de ser el calor. Vives en una zona muy cálida. Pero eso es bueno.
-Sí…
            Casi no le salía la voz a Elisa. Doña Adela frunció el ceño cuando contempló la cara de su sobrina. La salud de Elisa parecía estar deteriorándose por momentos. Ya no parecía la niña activa y llena de imaginación que había sido cuando llegó a su casa.
            La criada sirvió la sopa.
            Era la hora de la comida.
-Avisaré al médico-decidió doña Adela-Le diré a uno de los criados que vaya a buscar al médico. O yo misma te llevaré a su consultorio para que te examine.
-Yo me encuentro bien, tía Adela-replicó Elisa con suavidad.
-Casi no comes, cariño. Estoy preocupada por ti.
-De verdad…Me encuentro bien. Debe de ser el calor. No termino de acostumbrarme al calor.
-Eso es muy raro-opinó María Jazmín-Hace siete años que vives con nosotros. Siempre ha hecho calor aquí. Pensé que te habías acostumbrado al calor. Incluso…Parecía que disfrutabas de un clima tan agradable. Con Sol…Con cielos despejados…Teniendo el mar cerca. Es como vivir en el Paraíso. ¿No crees?
-Yo pienso que nuestra Elisa está constipada-aseveró Ángela-Es un ser humano. Puede resfriarse.
-¡Yo no quiero que la prima Elisa esté malita!-se dolió Margarita. 

sábado, 16 de agosto de 2014

LA PORTADA QUE ESTA HISTORIA MERECE

Hola a todos.
No acostumbro a hacer dos entradas en el mismo día en este blog. Pero la ocasión lo merece.
En el día de hoy, al meterme en Facebook (antes tenía Facebook de adorno, pero, ahora, lo estoy usando mucho) me he encontrado con una hermosa sorpresa.
Nuestra querida Claudia Cardozo me ha hecho el mejor de los regalos.
Un hermoso montaje con las fotos de Gwyneth Paltrow y de Johnny Lee Miller. Nuestros queridos y enamorados Claudia y Ricardo Ballester...
La imagen es bellísima. Me ha emocionado este hermoso detalle. Y, por eso, cuando entréis en el blog, os fijaréis que la imagen de cabecera ha cambiado.
He querido colocar el bonito regalo que me ha hecho Claudia. Siento que es la portada que "Una brisa suave" merece tener.
Aquí la tenéis para que os enamoréis de ella como yo me he enamorado.
¿Verdad que es preciosa?



Un millón de gracias a Claudia por este bonito detalle.
Su nueva novela, próximamente, estará a la venta.

UNA BRISA SUAVE

12 DE ABRIL DE 1825

                                 Han pasado otros tres días desde que hice mi última anotación en este diario. 
                                No me siento con fuerza para escribir cuando Ricardo no está. 
                                Siento un gran vacío en mi corazón. Siento que me cuesta trabajo respirar. Además, y aunque no se lo he contado a nadie, me ha ocurrido algo que me tiene asustada.
                                 Yo suelo tener la menstruación muy puntual. Todos los días diez de cada mes me tiene que bajar. Miro una y otra vez el pequeño calendario que guardo en el fondo del cajón de abajo de mi mesilla de noche. 
                                   Me sirve para llevar la cuenta de cuando me viene el periodo. 
                                   Llevo dos días sintiendo una gran angustia dentro de mí. Nunca se me retrasa la regla.
                                   Hoy, es día doce. 12 de abril...Y no me ha bajado la regla. 
                                  Es posible que se me retrase. Le he preguntado a Rosalía de manera disimulada. Ella estaba en la cocina hablando con la cocinera. No creo que sospeche que me pase algo. Yo he intentado fingir que sentía curiosidad. Es para el ensayo que quiero escribir, le expliqué. Rosalía me miró con cierta suspicacia. La cocinera también me miró del mismo modo. Deseé morirme en la cocina. Allí mismo...
                                El señor Pedro Serrano ha venido a buscarme esta tarde. 
                                Hemos salido a dar un paseo. 
                                Los Velasco han organizado una cacería. He visto a Dafne montando de costado a lomos de su yegua favorita. He oído los disparos de la cacería. 
                                Pedro me ha cogido la mano. 
-No entiendo el porqué me rechaza, Claudia-me ha dicho-Mis intenciones hacia usted son honestas. Estoy sacando de otro sitio para pagar mis deudas. 
-Pensaba que ya había saldado todas sus deudas, señor Serrano-observé con ironía. 
-Me quedan algunas deudas. Enrique me está ayudando. Él tiene mucho dinero. Me ha prestado algo. 
-Entiendo. 
                                Nos dirigimos hacia los carrizales. Pedro empezó a hablarme acerca de sus intenciones hacia mí. Yo me inquieté a medida que iba hablando.
                                Pensé que no podía estar hablando en serio. Pedro me dijo que pensaba ir a visitar a mi padre. 
                                 Quería pedirle mi mano en matrimonio. Yo pensé que mi corazón se detenía dentro de mi pecho. Yo no era virgen. 
                                  Ricardo ha llenado de besos cada centímetro de mi cuerpo. Ha llegado, incluso, a morder con suavidad mi carne. 
                                  Nos detuvimos. Pensé en salir corriendo. 
                                 Pero me quedé mirando fijamente a Pedro en los ojos. Él me cogió las manos. Se las llevó a los labios. Me las besó con reverencia. 
                                  Insistió en sus afirmaciones de que estaba enamorado de mí. Que desea casarse conmigo. Que hemos nacido para estar juntos. Pero es posible que yo esté esperando un hijo de Ricardo. 
                                 Toqué mi vientre. 
-Me temo que no puedo corresponder a sus sentimientos-me sinceré-Lo siento. 
                                 Entonces...
                                 Pedro acunó mi rostro entre sus manos. 
                                 Me besó con intensidad. Pero no sentí nada cuando me besó. Me aparté de él. 
-¿Qué ocurre, Claudia?-me preguntó Pedro-¿No te ha gustado?
-Lo siento mucho-respondí-Pero no estoy enamorada de usted. 
-Entiendo. ¿Acaso está enamorada de otro hombre? No me diga quién es. No quiero saberlo. 
-No puedo decirle de quién se trata. Pero lo ha adivinado, señor. Mi corazón pertenece a otro hombre. Perdóneme.
-¡Claudia!
                                 Me gritó. 
                                 Me gritó porque, nada más confesarle la verdad, salí corriendo. 
                                 Sentía que todo había terminado entre Pedro y yo. 
                                 Me sentí realmente aliviada. Sin embargo, tenía otras preocupaciones en mi cabeza. 
                                Ricardo podía regresar con malas noticias de Tarragona. Mi regla acabaría bajándome antes o después. Y yo debía de seguir fingiendo ante mis padres.