viernes, 8 de febrero de 2013

UNA BRISA SUAVE

              Hola a todos.
             Hoy vamos a seguir conociendo un poco mejor a Ricardo. En breve, empezarán a aparecer más personajes en esta novela. ¡Ya os lo iré presentando! Todos estos personajes tienen mucho que decir.
         Espero que os siga gustando. ¡Y no dejéis de comentar!

          14 de febrero de 1825

           Me dirijo a pie a la masía de los Velasco. No entiendo el porqué hay gente en la isla que prefiere desplazarse en un carruaje de alquiler. Supongo que lo hacen porque la isla tiene 5 kilómetros de longitud.
           Prefiero caminar. No sé cómo he de enfrentarme a Dafne. No quiero que sufra por mi culpa. No quiero que esté enamorada de mí. Intento pensar que, a lo mejor, Dafne no me ama. Y si está enamorada de mí. ¿Cómo voy a corresponder a ese amor? No puede haber otra mujer en mi vida.
              Mi corazón sólo pertenece a una mujer. Y esa mujer es Claudia.
             Dafne me está esperando en el jardín.
             Dice que es mejor que esté ella en el jardín. Me tiende su mano para que se la bese y se la beso.
-Mis padres no están en estos momentos en casa-me informa.
-¿Acaso ellos desconfían de mí?-le pregunto.
-Sólo quiero hacer lo correcto. Pero no me da miedo verme dentro de casa a solas contigo.
            Dafne me mira con mucha intensidad.
-Tengo algo que decirte-ataco.
-¿De qué se trata?-me pregunta Dafne.
-Es sobre nosotros dos. No quiero confundirte. Te tengo mucho cariño. Eres como una hermana para mí. Si te soy sincero, te quiero mucho. Te he visto crecer. Lo último que quiero es hacerte daño.
-Ricardo, nunca me has hecho daño. El sentimiento que me describes es mutuo. Sé que puedo confiar en ti. Que nunca me vas a dejar.
-¿Estás enamorada de mí, Dafne?
            Ella se pone roja al escucharme. Creo que no se esperaba esa pregunta. Se sienta en una silla del jardín. Yo me pongo de rodillas a su lado.


-Tienes una opinión muy elevada sobre ti mismo-sonríe. Me sonríe-Pero no andas desencaminado. Yo...Te miro. Y no veo en ti al hermano pequeño de mi mejor amiga. Tendrás tus defectos. Eres muy alocado e impulsivo. Necesitas a tu lado a una mujer seria y tranquila. A una mujer que sea capaz de llevarte por el buen camino. Y...Yo...Yo soy esa mujer.
             Niego con la cabeza. Dafne me mira de nuevo, pero su mirada está cargada de confusión.
-Lo siento mucho-me disculpo-Pero lamento tener que hacer esto. No estoy enamorado de ti.
             Los ojos de Dafne se abren desorbitados. Su gesto se descompone.
-Entiendo-alcanza a decir.
              Aparta la vista de mí. Sé que sus ojos están llenos de lágrimas. No quiero que Dafne llore por mi culpa.
-Quiero que sepas una cosa-prosigo-Eres la mujer más extraordinaria que jamás he conocido. Eres hermosa. Eres inteligente. Eres bondadosa. Cualquier hombre del mundo se sentiría orgulloso de tenerte como esposa. Lo digo de corazón.
-Cualquier hombre del mundo...-susurra Dafne-Excepto tú...
-Lo lamento. No quería hacerte daño. Me destroza saber que he hecho lo que no quería hacer.
-Te agradezco tus palabras.
              Una lágrima rueda por la mejilla de Dafne. Se la limpio con la mano. Aprieto los puños con pesar. Me odio a mí mismo por saber que soy el culpable de su llanto. Dafne no quiere llorar delante de mí. No quiere que me compadezca de ella.
              No me preguntes, pienso.
              Le cojo la mano. Ella no me rechaza.
-¿Hay otra mujer?-quiere saber.
              Me limito a asentir. No me atrevo a confesarle la verdad del todo a Dafne. Ni siquiera sé cuándo le contaré la verdad a Augusta. No sé en qué momento empezó todo a cambiar. No sé en qué momento Claudia dejó de ser mi prima para mí y se convirtió en algo más. En alguien especial...
-Es muy afortunada-dice Dafne.
-La amo con todo mi corazón-le confieso-Dafne...Perdóname. No quiero que me odies.
-Nunca podría odiarte. Has sido muy honesto conmigo.
 -Desearía, de verdad, haberme enamorado de ti.
-Es mejor que me digas la verdad ahora. Después...Habría sido demasiado tarde, Ricardo.
              Beso a Dafne en las mejillas. Es hora de que regrese a casa. Nos despedimos de manera cordial. Pero hay un regusto amago en mi boca en cuanto me separo de Dafne. Camina en dirección a su casa.
              No quiero que deje de ser amiga de Augusta por mi culpa. No podría soportarlo. Mi hermana me odiaría durante el resto de su vida.
              Desde niños, siempre me he preocupado mucho por Claudia. Es cuatro años menor que yo. Siempre la he visto muy frágil y delicada. Aunque, a menudo, me sorprenda con su genio. Toda una Ballester, como decía mi madre. Me gusta escuchar su voz cuando me lee en voz alta. Tiene un timbre de voz precioso.
              El cariño que Claudia y yo nos profesábamos era como el de dos hermanos. Solía pensar que tenía en Augusta a mi hermana mayor, que lo es. Y que tenía en Claudia a mi hermana pequeña. Pero ella es mi prima.
              De pronto, algo cambió.
             Empecé a pensar que veía el Sol cuando veía aparecer su rubia cabecita en casa. Que el cielo se despejaba cuando mis ojos se encontraban con los suyos. Que lo más adorable que había visto en mi vida era ver su naricita arrugada. Que quería hacer algo más que besarla en una mejilla. Que su rostro reflejaba la bondad que anida en su corazón.
             Pronto, quise verla a todas horas. Ver aparecer su figura. Estar con ella. Hablar con ella. Leo ensayos sólo porque Claudia lee ensayos. Quiero dejar de hacer locuras. Quiero ser un hombre digno de ella. Ser el caballero que me cuesta trabajo ser. Claudia es mi razón de ser. El Sol sale en mi vida sólo porque ella está conmigo.
             Vivo sólo porque ella está viva.

1 comentario:

  1. Awww, qué lindo es Ricardo, me encanta este personaje y sus sentimientos por Claudia me hacen suspirar, es adorable, gracias por contarnos más de él.

    Besos.

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