lunes, 27 de octubre de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DE LA SEÑORITA AUGUSTA BALLESTER

ESCRITO EN LA ISLA DE MEDAS GRANDE, EN EL ARCHIPIÉLAGO DE LAS ISLAS MEDAS, EN EL MES DE NOVIEMBRE DE 1825

                          Me arrepiento de haber venido. 
                          En realidad, estoy aquí para llevarme a Ricardo y a Claudia de vuelta a la isla de Buda. 
                          Mis deseos chocan con la realidad. Los dos son felices viviendo en este lugar. Y yo no soporto que estén los dos lejos de Buda. ¡He de recuperar a mi hermano! 
                          Por desgracia, Ricardo sólo tiene ojos para Claudia. Ella, por lo menos, tiene al hombre que ama. A mí ni siquiera me queda el consuelo de recibir una carta de don Enrique. Enrique...
                           Ricardo ha reaccionado bien al anuncio de que Dafne va a casarse con Pedro Serrano. A Claudia le ha pasado lo mismo. Ha olvidado que Pedro Serrano la estuvo cortejando. Es un canalla. Pero yo pienso que él sí llegó a enamorarse realmente de mi prima. ¿Acaso lo ha olvidado? Me dan ganas de marcharme de aquí. De llevarme a Ricardo, aunque sea por la fuerza. Pero no puedo hacer eso. Ricardo no quiere abandonar a Claudia. 
                        Me estoy volviendo loca en esta casa. Reconozco este lugar como la casa donde pasó mi madre su infancia. Ricardo y yo veníamos mucho por aquí cuando éramos pequeños. Nos gustaba corretear por la playa. Ahora, Ricardo y Claudia salen a pasear por la playa. 
                        Son Ricardo y Claudia los que se dedican a coleccionar conchas que encuentran. Una vez, me trajeron una caracola de uno de sus paseos. Y yo siento que la envidia puede conmigo. No puedo soportar ver a Claudia colocando una caracola junto a la oreja de Ricardo para que pueda escuchar el sonido de las olas. 
                        Las noches son lo peor. Duermo pegada a la habitación de Ricardo y Claudia. 
                        ¡Por Dios! ¡Duermen juntos! 
                         Mi habitación está pegada a la habitación de ambos. Nunca pensé que vería a Claudia convertida en la amante de un hombre. ¡Y es Ricardo! 
                         Les oigo despojarse de sus ropas. 
                         Les oigo besarse. Escucho el sonido que hacen cuando el uno le chupa una parte del cuerpo al otro. 
                          Hoy, discuto con Ricardo. Discuto con él en el salón. 
-¡Os habéis convertido los dos en unos auténticos parias!-le reprocho a mi hermano. 
-Es evidente que sigues sin entender nada todavía-me echa en cara Ricardo-Claudia y yo nos amamos, hermana. Es una pena que no nos apoyes. Claudia te venera. 
-Entonces, no tendría que haber hecho lo que ha hecho. 
-No ha hecho nada malo. 


-El único delito que hemos cometido Claudia y yo ha sido enamorarnos. Por encima del hecho de que llevemos la misma sangre. ¿Tú piensas que hemos cometido un incesto?
-¡Lo que habéis hecho es abominable! ¡Trata de razonar, hermano! 
-Augusta, eres tú la que no razona.
-Estás ciego.
                           Se me revuelve el estómago al imaginar a Ricardo y a Claudia el uno en brazos del otro. 
                          No sé el porqué no me marcho ya de aquí. Estoy perdiendo mi tiempo. Y voy a terminar volviéndome loca.
                           He de dejar de escribir. Me va a estallar la cabeza. 

2 comentarios:

  1. Uy pobrecita, te mando un beso y esta genial esta historia

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    1. Hola Citu.
      En esta historia, Augusta está sufriendo porque siente que le están robando a la única familia que le queda: su hermano.
      Claudia está sufriendo porque siente que su amor por Ricardo es algo aberrante.
      Y Ricardo se dedica a luchar contra viento y marea con tal de estar con la mujer que ama.
      Un fuerte abrazo, Citu.
      Y me alegro de que te esté gustando lo que has leído.
      ¡Ya falta menos para que termine!

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