miércoles, 3 de febrero de 2016

EL CAMINO A SEGUIR

Hola a todos.
Ayer, fue un día muy especial para mí. ¡Terminé otra novela! ¡No puedo estar más contenta! Tengo ganas de ponerme a gritar de alegría. Es un triunfo muy importante haberla terminado.
No exagero cuando hablo de que tengo muchísimas historias sin terminar. Historias que están pidiendo a gritos que les dé un final. ¡Y en eso estoy! Me dieron dos buenas amigas un buen consejo hace algún tiempo. ¡Chicas, os estoy haciendo caso! ¡Estoy terminando todo lo que empecé!
Es un camino largo. Es un camino muy difícil. Soy consciente de que tengo muchísimas historias que están así. Sin terminar.
Puede que algunas se conviertan en historias cortas. Puede que otras terminen convertidas en novelas. Pero merecen terminar.
Al revisar una de mis historias sin terminar, me acuerdo de la ilusión que sentía cuando empecé a escribirla. Sin embargo, tengo un grave problema.
Me bloqueo. No sé cómo terminar una historia. No sé cómo seguir. La empiezo con toda la ilusión del mundo. Pero...
No puedo terminar. No sé lo que me ocurre.
Por eso, cuando termino una historia, siento cómo la alegría se apodera de mí. ¡Estoy muy contenta! ¿Está mal que lo diga?
Me gusta escribir. No me cansaré nunca de decirlo. Cuando termino de escribir una historia, es normal que la euforia se apodere de mí. Pero es una sensación temporal. Me quedo pensativa horas después.
¿Qué hago ahora? ¿Qué historia debo de terminar? ¿De verdad vale la pena seguir escribiendo? Y yo pienso que vale la pena. He hablado de los sueños que no se pueden hacer realidad.
Es verdad. Hay sueños que no se cumplen. Pero también hay sueños que sí se hacen realidad.
Hay sueños que se materializan.
Sueños que pueden parecer poca cosa. Pero son sueños muy bonitos. Sueños que vale la pena perseguir.

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