martes, 9 de septiembre de 2014

UNA BRISA SUAVE

DIARIO DE LA SEÑORITA CLAUDIA BALLESTER

13 DE AGOSTO DE 1825

-¿Qué estás haciendo tú aquí?-le pregunto a Ricardo. 
-El señor dice que es su marido, señorita Ballester-responde el mayordomo en su lugar. 
-¿Cómo dice?
                          Encontrarme a Ricardo en el salón de la masía del señor Escudero era algo que jamás había imaginado que acabaría pasando. 
-Claudia, me muero por ti-afirma Ricardo mientras avanza hacia mí. 
                          Y sus labios se apoderan de mis labios con verdadera ansia, hurgando con su lengua el interior de mi boca. 
                            Augusta está delante de nosotros presenciando la escena. 
                            Un grito se escapa de su boca. 
                            Ricardo y yo nos separamos. 
                            Pienso que me voy a desmayar. Ricardo me coge las manos. 
                            Me cuenta que mis padres ya están al tanto de la verdadera naturaleza de nuestra relación. 
-Y no lo han entendido-me lamento-Por eso, decidí acompañar a Augusta cuando el señor Escudero la invitó a pasar unos días aquí. Para alejarme de ti. No quiero que la familia se rompa por mi culpa. Y mis padres...¡Dios mío!
-Mis tíos no son malas personas, Claudia-me asegura Ricardo-Lo único que necesitan es tiempo. 
                             No podemos hablar en el salón. Hay demasiadas personas pendientes de nuestra conversación. Salimos al recibidor. 
                              Rompo a llorar. 
-Perdóname-le pido a Ricardo-Debes de odiarme por mi cobardía. 
                              Pero él me confiesa que no me odia. Entiende los motivos por los cuales me marché. 
-Estabas destrozada por la pérdida de nuestro hijo y Augusta se aprovechó de ello-dice-Es mi hermana y la quiero muchísimo. Pero no termina de ver bien que nos amemos. 
-Augusta no tuvo la culpa-replico-La culpa es sólo mía. Soy una cobarde. 
                           Ricardo insiste en que no piensa eso de mí. Le miro a los ojos y veo que es verdad. Siento que podremos enfrentarnos a todo el mundo, de ser así. 
                            Nos amamos. Tiene que bastar con eso. 
                           Basta con eso...
-Nos iremos a Meda Grande-me dice-Mañana al amanecer. Conservo la casa de mi madre allí. Esperaremos allí noticias de la dispensa. 
-Ricardo...-me asombro-¿Sabes lo que me estás pidiendo? ¡Quieres que nos fuguemos juntos!
-Suena romántico. Y suena disparatado. Una huida romántica al amanecer. ¿Qué me dices, Claudia?
-Y vivir en Meda Grande. Suena demasiado bonito como para ser cierto. Y tengo mucho miedo. 
                           Ricardo llena de besos mi cara y lograr arrancarme una sonrisa. Me besa en la frente y yo asiento. Me iré con él. 
                          Me iré con él aunque sea al fin del mundo. 
-Augusta también acabará entendiendo-digo-Aunque...Le costará trabajo. 
                          Siento que estoy recuperando la fe en un futuro feliz al lado de mi amado Ricardo. 


                                  Ricardo y yo nos besamos de nuevo de manera apasionada. 

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