viernes, 11 de julio de 2014

FRAGMENTO DE "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
Hoy, hago un inciso en esta historia porque me gustaría compartir con vosotros uno de mis escritos desde este blog.
Este escrito pertenece a un fragmento de mi novela Lo que callamos. 
Lo que callamos es una novela que transcurre a lo largo de la década de 1980. 
Gabriel y Daniela van juntos al instituto y se conocen de toda la vida. Al llegar a la pubertad, empiezan a sentir cierta atracción el uno por el otro. Al llegar a la adolescencia, Gabriel invita a Daniela a salir y ella acepta. A partir de ahí, iniciarán un noviazgo. 
Los dos se aman de verdad. Sin embargo, hay cosas que guardan para sus adentros. Cosas como que a Daniela no le gustan las aficiones de Gabriel (su pasión por el rock) o que no quiera estudiar. O que Gabriel espera que su novia sea un poco más comprensiva con él. 
Os dejo con un fragmento de esta historia. 

                       Una noche, Daniela y Gabriel salieron de copas con unos amigos. 
                       Se daban cuenta de que últimamente no salían mucho ellos solos.
                       Lo achacaban al cansancio. Daniela no terminaba de asumir su nueva situación. 
                       Se lo comentó a Gabriel cuando se subieron al coche. 
-El embarazo me está retrasando mucho-le contó a modo de queja. 
                       Era cierto que todavía no se le notaba el embarazo. Estaba a punto de entrar en el cuarto mes de gestación. Sin embargo, empezaba a aparecer una ligera curva en su vientre. Gabriel le tocó con cariño el vientre. 
                       Después, arrancó el coche. Pero Daniela sentía el deseo de hablar aquella noche. 
-Hay más-añadió. 
                         Gabriel torció al llegar a la esquina. Pensaba que había ciertas cosas de las que no quería hablar. No quería discutir con Daniela. 
                          Por eso, no quería hablar con ella de nada. 
-No soporto que estés todo el día con la guitarra-se sinceró la joven-No te tomas en serio nada. La vida es mucho más que estar con los colegas. 
                         El coche se detuvo al llegar a un STOP. Gabriel se envaró. Daniela no podía parar de hablar. La mirada compasiva que le había dedicado su profesora en la clase de Anatomía fue la gota que colmó el vaso. ¡Incluso, le habían sugerido el no entrar con sus compañeros a una Sala de Autopsias! Daniela se sintió humillada. Se preguntó así misma si Gabriel la escuchaba. 
-¡No me estás escuchando!-protestó Daniela. 
-Lo que no quiero es discutir contigo-se sinceró Gabriel-Creía que tú querías tener un hijo. Nunca mencionaste nada acerca de abortar. 
-Yo sí quiero tener un hijo contigo. Pero pienso que nos hemos adelantado. 
-Entiendo que pienses que soy un irresponsable. Pero también trabajo. Trato de sacaros adelante a los dos. 
-La banda no es lo único que me molesta. Hay cosas de ti que me disgustan. En ocasiones, pienso que me ocultas algo. Y que no me lo quieres contar. Y me enfado porque no tienes confianza conmigo. Porque te lo guardas todo para ti. 
-No es así, Dani. Créeme. Pero no quiero discutir contigo. Te doy la razón. 
-Pero haces lo que te da la real gana. La relación de pareja no funciona así. Me disgusta que seas así, Gabriel. 
                              El coche circulaba por la carretera. 
                              Daniela sentía cómo todo su cuerpo temblaba de nerviosismo. 
                             También le confesó que, a veces, tenía la impresión de que sólo la quería por su cuerpo. Cuando estaban en la cama y hacían el amor, la besaba con tanta fuerza que Daniela sentía que la iba a absorber. El coche se detuvo cuando llegaron a un semáforo en rojo. 
-¿Te disgusta hacer el amor conmigo?-le preguntó Gabriel a bocajarro. 
-Me gusta estar contigo-respondió Daniela-Pero la vida es mucho más que sexo. 
                           Y, en su opinión, Gabriel, en ocasiones, quería imitar las películas que daban los viernes a medianoche por el Canal Plus codificadas. No estaban abonados al Plus. Pero Gabriel las veía. 
-Lo único que quiero es demostrarte lo que siento-afirmó el joven-Pero veo que te doy asco. 
-Me gusta cuando me besas-admitió Daniela-Cuando me acaricias. Pero no soy un objeto. Soy tu mujer. 
-Tú esperabas mucho de mí y no te estoy dando nada de lo que pides. 
-Yo esperaba al casarme contigo otra cosa. 
-Una boda por la Iglesia...Quieres que sea como tú y que vaya la Universidad. Pero mi rollo es otra cosa. 
-El problema es que hemos callado durante mucho tiempo la verdad. El uno es una decepción para el otro. Hemos querido cambiarnos mutuamente. No estamos nada contentos el uno con el otros. Ésa es la realidad, Gabriel. 
                          Daniela clavó sus ojos en la cara de Gabriel. 
                          Había mucha tensión entre ellos. Los dos habían querido evitar aquel momento. Se miraban a los ojos y sentían que estaban ante un extraño. Se conocían de toda la vida, pero no habían sabido entenderse el uno al otro. 
-¿Y quieres que nos divorciemos?-le preguntó Gabriel. 
-No sé lo que quiero-respondió Daniela con sinceridad-Si nos divorciamos, será un escándalo terrible. 
-¿Lo dices por el niño?
-Un niño necesita crecer con sus padres. 
-Eso no es del todo cierto. Me enteré cuando tenía trece años de que mis padres no eran mis padres. Soy adoptado. ¿Te acuerdas de cuándo fuimos al cementerio hace unos años? Acudí al entierro de mi verdadero padre. No quise contártelo. Pero, ahora, ya lo sabes. 
-¡No me lo dijiste! 
                               Había cierta irritación reflejada en el rostro de Daniela. También Gabriel le ocultaba cosas. El joven se sintió mal por no habérselo contado antes a su mujer. 
                             Se inclinó y depositó un beso en la mejilla de Daniela. Ella no sabía qué decir. 
-Llévame a casa de mis padres-le pidió-Necesito pensar. 
-¿Es que vas a pedir el divorcio?-se asustó Gabriel. 
-No lo sé. Lo único que sé en estos momentos es que necesito pensar en muchas cosas. No...Para en el siguiente semáforo. Iré andando hasta la casa de mis padres. 
                            Gabriel se arrepintió de haber hablado. Por hablar, podía perder a Daniela. 

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