miércoles, 2 de julio de 2014

UNA BRISA SUAVE

Hola a todos.
Y, hoy, quien nos cuenta esta parte de la historia es Ricardo.
Espero que os guste.

DIARIO DEL JOVEN RICARDO BALLESTER

16 DE MARZO DE 1825

                            Vivo atormentado porque Dafne me ama, pero no soy capaz de corresponder a su amor. Ella me miró ayer con sus ojos llenos de anhelos y yo sólo estaba pensando en Claudia. 
                             Claudia y yo damos un paseo por la laguna. Vemos algunas barcas de pescadores que prefieren faenar allí. 
                            Nos abrazamos a escondidas de los pescadores. No quiero dejar de abrazar a Claudia. No soy capaz de renunciar a ella. Nos besamos a escondidas de los pescadores. No quiero dejar de besar a Claudia. No quiero amarla. Pero, ¡qué Dios me perdone!, la amo. 
-A veces, tengo la sensación de que todos sospechan de lo nuestro-me confiesa Claudia-Augusta...Mi padre...
-Nadie sabe nada-le recuerdo-De ser así, mi hermana me habría comentado algo. 
                         Claudia suspira con gesto cansado. 
-Tengo miedo-me confiesa. 


-No tienes nada de qué temer-le digo para tranquilizarla-Estoy contigo. Pase lo que pase, estaremos siempre juntos. 
                      Claudia se aleja unos centímetros de mí. Mi presencia la intimida. Ella intenta ser fuerte. Lucha por permanecer unida a mí. Y yo estoy con ella porque luchamos por lo mismo. Por el triunfo de nuestro amor...
-Si nuestra relación sale a la luz, no tendré miedo-le confieso-Hablaré con el tío Tomás. Dejará que nos casemos. Si es preciso, iré yo mismo a Roma a pedir la dispensa. Pero no pienso dejar que nadie me separe de ti, Claudia. Ni nuestra familia...Ni Dafne...Ni Pedro...
-Son palabras bonitas-opina Claudia. 
-No son palabras bonitas. Es la verdad. Es lo que sentimos el uno por el otro. 
-Me siento como si estuviera cerca de un volcán dormido. Los volcanes dormidos acaban despertando. Y entrando en erupción. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario