miércoles, 13 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

Hola a todos. 
Me gustaría dedicar la anotación de hoy a una buena amiga que no está pasando por su mejor momento. 
Se trata de la tocaya de nuestra protagonista. 
Claudia Cardozzo, más conocida en Internet como Aglaia Callia, es la administradora de dos maravillosos blogs:
-"El mundo alrededor". Podéis meteros en este link para descubrirlo:

http://claudia-elmundoalrededor.blogspot.com.es/

-"Entre letras: Pluma y pergamino". Podéis meteros en este link para descubrirlo:

http://claudiaescritoraylectora.blogspot.com.es/

Ha escrito dos novelas preciosas:

-En busca de un hogar. Os presento a Robert, conde de Arlington, el primer protagonista que no es un libertino y que es un joven serio y tranquilo. Un cambio refrescante en medio de tantos libertinos. 
-Dime si es amor. Si os gustan las comedias románticas, os invito a que leáis esta historia cuya lectura recuerda a una comedia romántica. Os invito a que conozcáis a la mejor amiga de Anne, la protagonista, Lorraine, una joven pelirroja, algo alocada, pero ferozmente leal. 

Claudia, muchísimas gracias por todo. Por tus consejos...Por tu apoyo...
Los malos momentos acabarán pasando. ¡Confío en ello!
Este capítulo te lo dedico. 

4 DE ABRIL DE 1825

                                  La capilla está abierta cuando Ricardo y yo nos dirigimos allí. 
                                  Siento que me voy a desmayar. 
                                 Les hemos dicho a mis padres y a Augusta que vamos a salir a dar un paseo. 
                                El párroco está en la sacristía cuando nosotros entramos. Piensa que venimos a hablarle acerca de la boda de Augusta. El retorno de don Enrique a Buda ya lo sabe todo el mundo. 
                                 La mesa del sacerdote está llena de papeles. Nos invita a que tomemos asiento frente a él. Obedecemos. 
                                 Comenta que le extraña que hayamos venido nosotros, el hermano y la prima de Augusta, a hablar con él en lugar de hacerlo Augusta y el conde de Noriega. Ricardo le saca de su error. No venimos para hablar de la boda de Augusta y de don Enrique. 
-En realidad, venimos para hablar de nosotros-dice Ricardo. 
-He oído que estás interesado en la joven Dafne Velasco-comenta el sacerdote-Y a ti te corteja el señor Serrano. Por mi parte, no habrá ningún problema. Estoy dispuesto a celebrar tres bodas al mismo tiempo. ¿No es eso lo que queréis?
-Padre, no estoy interesado en la señorita Velasco. Y Claudia no está interesada en el señor Serrano. Venimos porque queremos casarnos. Yo quiero casarme con Claudia. 
                               El sacerdote tarde en reaccionar. 
                               Ricardo me coge la mano. 
                               El sacerdote está asimilando lo que acaba de escuchar. Ricardo y yo somos primos. Pero, aún así, queremos casarnos. Nos hemos enamorado. 
-Me temo que va a ser muy complicado-opina. 
                               Debe de pensar que vamos a cometer un pecado abominable. Yo he pensado muchas veces que estoy cometiendo un terrible pecado por haberme enamorado de Ricardo. Por haberme entregado a él. 
-La Ley Canónica no permite el matrimonio entre primos-nos recuerda el sacerdote-Además, que no es normal. 
-Es amor, Padre-afirma Ricardo con vehemencia-Y Claudia y yo nos amamos. Dios bendice lo que sentimos porque nace del fondo de nuestros corazones. 
                            Mi primo me besa la mano. 
                           El sacerdote habla durante un buen rato con nosotros. Intenta que entremos en razón. Trata de advertirnos de que la constante mezcla de la misma sangre podría ser nocivo en el caso de que queramos tener un hijo. 
                            Apoyo mi cabeza contra el hombro de Ricardo. Las lágrimas empiezan a asomar por mis ojos. 
-No les pasará nada a nuestros hijos, Padre-insiste Ricardo. 
                            Yo guardo silencio. Se me ha formado un nudo en la garganta y casi no puedo ni respirar. 
                             El sacerdote nos mira con tristeza. No puede negar lo que es evidente. Ricardo y yo nos amamos. 
                             Y, muy a mi pesar, no soy capaz de renunciar a Ricardo. Sería como renunciar a mi corazón. 
                             El sacerdote nos sugiere que probemos suerte en el Obispado. 
                             Cuando salimos de la capilla, yo estoy temblando. Ricardo me besa en las mejillas, intentando consolarme. 



2 comentarios:

  1. ¡Hola Laura!

    No tengo cómo agradecer que me dedicaras este precioso fragmento, y aún menos tus hermosas palabras. En verdad aprecio mucho tu amistad, tu amabilidad, el que estés siempre al pendiente. Creo, como tú, que los malos tiempos pasan y que debemos estar agradecidas por las pequeñas bendiciones que no faltan. Además, siempre hay motivos para estar contentos, y amigos como tú son uno de ellos. Millones de gracias una vez más, amiga, de todo corazón.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claudia, te agradezco de corazón el apoyo que me brindaste hace un año, cuando estuve a punto de abandonar "Berkley Manor". ¿Te acuerdas? Entre Anna y tú me animasteis a que siguiera adelante y pude terminarla. Gracias a ti por tus consejos y por tu apoyo. Yo no lo he olvidado, amiga.
      Un fuerte abrazo. Y me alegro mucho de que estés ahí.

      Eliminar